domingo, 2 de septiembre de 2018

El desarrollo de la atención en la infancia y la adolescencia



A medida que la persona se desarrolla en su período vital, adquiere una mayor precisión y rapidez en su ejecución, a la vez que su procesamiento de la información se vuelve cada vez más complejo. 




Además, con la práctica, algunos de los procesos que en principio eran controlados, se van automatizando poco a poco. Estos cambios se deben al desarrollo de los distintos subcomponentes atencionales y, por extensión, de las funciones ejecutivas y también de la memoria.


El desarrollo de la capacidad atencional depende del funcionamiento tanto del lóbulo frontal como de los cambios que se producen en la coordinación de estas estructuras con otras más alejadas en el cerebro. Para Luria (1969; 1975) el lóbulo frontal tiene un papel fundamental en el control voluntario de la atención. Durante el desarrollo ontogenético y filogenético del sistema nervioso central se produce una progresiva corticalización de la atención, que culmina con el desarrollo del lóbulo frontal.

Durante la infancia, y a lo largo del proceso madurativo, ciertos procesos atencionales pasan de ser involuntarios a ser controlados, mientras que otros suceden a la inversa. Inicialmente, el niño es dependiente del medio y atiende de acuerdo con las características del estímulo y progresivamente va adquiriendo control voluntario sobre su atención, de forma que la atención adulta refleja la plena capacidad de seleccionar el estímulo al cual uno desea atender y permite inhibir los estímulos circundantes irrelevantes para la acción en curso.

  • En los primeros cuatro meses de vida, la atención parece guiarse más por estímulos con alto contraste claro-oscuro, con un bajo número de bordes y que esté en movimiento (Salapatek y Kessen, 1966; Taylor, 1980). 
  • Más tarde, cobra un papel importante la presencia de novedad en los estímulos a atender, y se atiende menos, o con menos intensidad a estímulos habituales o repetitivos (Wetherford y Cohen, 1973). 
  • Aproximadamente a los cuatro años de edad, el niño es capaz de rastrear su entorno de forma activa, siendo cada vez menos guiado por la saliencia de los estímulos. Parece que esta función de atención selectiva alcanza su máxima consolidación hacia la edad de 5-6 años (Halperin, 1996).
  • Respecto a la capacidad para sostener la atención en el tiempo, diversos estudios sugieren que su desarrollo no culmina durante la infancia, sino que continúa durante la adolescencia (Seidel y Joschko, 1990; McKay, Halperin, Schwartz, y Sharma, 1994).
  • En relación a la capacidad para organizar respuestas motoras, propuestas como la última fase del procesamiento, e incluso considerada más “ejecutiva” que atencional, ésta parece caracterizarse por alcanzar su máximo desarrollo hacia la mediana infancia. En este sentido, es necesario volver a señalar que el desarrollo ontogenético de la corteza prefrontal tiene un papel primordial en la adquisición de los procesos de orden superior entre el último tramo de la infancia y el inicio de la adolescencia. 
  • En concreto, la mielinización de las conexiones de la corteza prefrontal es la última en producirse y la última en madurar; tanto en relación al número y tamaño de sus células, como al número de espinas dendríticas de sus neuronas. Este desarrollo tardío explica la lenta maduración de las funciones cognitivas que sustenta.  Algunos autores han mostrado cómo las estructuras frontales en las que parecen apoyarse los procesos atencionales más complejos continúa su desarrollo incluso hasta aproximadamente los 30 años de edad (Sowell, Thompson, Holmes, Jernigan y Toga, 1999).




Fuente:
Ríos Lago, M.,Adrover-Roig, D., de Noreña Martínez, D., Rodríguez Sánchez, J.M. Atención. Neurociencia Cognitiva. UNED. Sanz y Torres 2014




Los lóbulos frontales y la atención


La región prefrontal es la que muestra un mayor número de conexiones con otras áreas del cerebro (Goldman-Rackic, 1998)








  • Recibe fibras aferentes del troncoencéfalo, del hipotálamo, del sistema límbico (amígdala e hipocampo), del tálamo (núcleos anterior y medio-dorsal) y otras zonas. 
    • Las conexiones de la corteza prefrontal con el tronco, el hipotálamo y el sistema límbico le aportan información sobre el estado interno del organismo.
    • Los inputs del hipocampo a la corteza prefrontal son esenciales para la formación de las memorias motoras. 
    • Los inputs de las regiones posteriores de la corteza están implicadas en integración sensoriomotora de alto nivel. 

  • Las conexiones de la corteza prefrontal con estas áreas son bidireccionales (Fuster, 1999), por el que resulta necesario conocer qué papel tiene en el procesamiento atencionalHay un gran consenso en cuanto a que la atención ejerce su influencia “amplificadora” durante las fases tempranas del procesamiento de la información, a nivel de las diferentes áreas sensoriales. No obstante, los efectos moduladores de la atención no terminan en el nivel de las áreas corticales sensoriales, sino que las áreas asociativas resultan especialmente implicadas cuando los sujetos deben atender para actuar correctamente o cuando el nivel de procesamiento de la información es más profundo. Las evidencias indican que la corteza prefrontal podría ser responsable de la modulación (activación/inhibición) de otras regiones distales en virtud de las demandas de la tarea. Existen, al menos, dos importantes redes cerebrales responsables del control voluntario e involuntario de la atención, respectivamente:
    • una red frontoparietal dorsal, responsable de la orientación espacial de la atención, 
    • otra frontoparietal ventral, responsable de la orientación automática ante estímulos y tareas novedosas. 
    • Además, una red predominantemente subcortical, que incluye el tálamo, el estriado y el cíngulo anterior. 
    • La parte cortical de esta red incluiría las regiones prefrontales derechas (dorsal y ventral), la corteza parietal inferior y la corteza medial temporal.

  • Las redes mencionadas interactúan, de modo que el “reclutamiento” de un tipo de proceso atencional en un momento dado podría influir en la eficiencia de otro mediante el solapamiento de sus respectivos sustratos neuronales. De este modo, la atención sostenida podría modular la atención selectiva por medio de una red neuronal común localizada en áreas parietales y frontales derechas. 

  • Determinadas operaciones atencionales se han explicado en términos de desactivación. La desactivación normal de una determinada región suele ser compensada con el aumento de actividad en otras, relacionadas éstas con el procesamiento controlado de la atención. Algunos estudios han referido el tálamo y regiones frontales y parietales como áreas que disminuyen su activación a medida que aumenta el tiempo de ejecución de la tarea, paralelamente al aumento de actividad en la circunvolución frontal inferior derecha y en la circunvolución intraparietal.

  • Desde el punto de vista filogenético, la relación del cíngulo anterior con el control atencional de alto nivel puede resultar paradójica, ya que esta estructura es muy antigua. Sin embargo, existe un tipo de célula en la capa V de la corteza cingulada y de la ínsula que según su correlación de volumen de la región y el cociente de encefalización sugiere que dicha estructura participa de forma activa en los procesos cognitivos superiores.

Fuente:
Ríos Lago, M.,Adrover-Roig, D., de Noreña Martínez, D., Rodríguez Sánchez, J.M. Atención. Neurociencia Cognitiva. UNED. Sanz y Torres 2014




Maduración de los lóbulos frontales y desarrollo de procesos cognitivos




Maduración de los lóbulos frontales y desarrollo de procesos cognitivos (Jurado y Verger, 1996)

  • 6 meses:


Primer concepto de causalidad.
Conciencia del estado interno.
Asociación de estados emocionales con estímulos externos.

  • 6-8 meses:


Atención selectiva.
Percepción de contingencias temporales.
Regulación de estados emocionales.
Permanencia de objeto piagetiana.

  • 2 años:


Conducta intencional (planificación).
Expresiones faciales y activación frontal.
Máximo crecimiento de las conexiones frontales.

  • 4-8 años:


Incremento de la mielinización frontal.

  • 8-10 años:


Desarrollo de la atención “frontal”.
Capacidad de inhibición de estímulos.

  • 10-12 años:


Incremento de la mielinización frontal.
Patrón de ejecución del WCST similar al de los adultos.

  • 13-15 años:


Ejecución al nivel adulto de: Torre de Hanoi, tareas de memoria, etc.








viernes, 24 de agosto de 2018

El papel funcional de la corteza motora primaria y la corteza premotora




La corteza motora primaria, también denominada corteza agranular o M1, es la región cerebral que conecta con las motoneuronas y hace que los músculos se muevan. En ella nace la vía piramidal, que proyecta principalmente sobre la parte del cuerpo contralateral.

Para ejecutar movimientos con precisión no es suficiente con mandar la orden motora a los músculos. Una vez decidida la acción que queremos ejecutar, es necesaria la selección de los movimientos adecuados, la planificación de la secuencia de los músculos correspondientes. El área motora suplementaria (AMS) se ha relacionado con la preparación, selección del movimiento y la decisión de empezar el movimiento en respuesta a las contingencias externas y a la motivación del sujeto. Esta área desempeña un papel importante en la organización de secuencias de movimientos complejos, y se relaciona con la codificación de la aparición de eventos motores relacionados con cambios del contexto en el entorno. La porción anterior del AMS sería el punto donde se transmitiría información de áreas límbicas y prefrontales a otras áreas motoras. Estudios de neuroimagen muestran que el AMS también está relacionada con la planificación de movimientos bimanuales.

La corteza premotora está situada justo delante de la corteza motora primaria, a la que envía órdenes. Estudios con registros unicelulares en la corteza del primate han mostrado como la región ventral de la corteza premotora contiene neuronas que disparan durante la ejecución de acciones específicas como hacer la pinza o rasgar un trozo de papel. Estos resultados sugieren que en la corteza premotora podría hallarse la base de un mecanismo donde se representan algunas acciones básicas. Otros estudios han mostrado actividad en la corteza premotora durante la observación de acciones, similar a la que encontramos durante la ejecución de las mismas. A ésta área, junto con otras regiones parietales también relacionadas con la ejecución y observación, se les ha denominado sistema espejoLa mera observación del acto motor permite el acceso a toda la información relacionada con la representación de ese movimiento.

En conclusión, en el AMS se encontraría una representación motora del plan en su nivel más abstracto (secuenciando los distintos componentes); después, en la corteza premotora, se codificarían los distintos movimientos necesarios para ejecutar el plan motor y posteriormente, en la corteza motora primaria se ejecutarían las órdenes para mover los músculos.

Estas dos áreas también se diferencian por su papel en la iniciación de movimientos guiados por metas externas o internas. En nuestra vida diaria, distintas acciones compiten a la hora de ser ejecutadas y nuestro organismo consigue un equilibrio entre las distintas acciones posibles a realizar, sobre todo aquellas guiadas de forma interna.



Fuente información:

Calvo Merino, B., Neurología Cognitiva, Sanz y Torres, Uned, 2014.







TEP, un método de investigación en Neurociencia


Una tomografía por emisión de positrones (TEP) muestra cómo están funcionando los órganos y tejidos.

Se diferencia de la resonancia magnética (MRI) y tomografía computarizada (CT). Estos exámenes muestran la estructura y el flujo de sangre hacia y desde los órganos. Regularmente se utilizan las máquinas que combinan TEP con las imágenes de la TC, se llaman TEP/TC.




El método de Tomografía por Emisión de Positrones (TEP) permite determinar el nivel de actividad metabólica de cada zona del cerebro, dado que dicho metabolismo se incrementa en las regiones con mayor actividad neuronal. Esta técnica aprovecha la necesidad de los tejidos de determinadas sustancias químicas como el oxígeno, el hidrógeno o la glucosa

Se marca radiactivamente una de estas sustancias y se inyecta en sangre para conseguir que quede fijada al tejido que la consuma. Una vez fijada, los átomos inestables del isótopo liberan positrones que se aniquilan al contactar con electrones de otros átomos circundantes. Dicho proceso de aniquilación genera dos fotones que se desplazan a la misma velocidad pero en sentido opuesto. El tomógrafo detecta los fotones y así es capaz de mapear el origen del proceso de aniquilación protón-electrón y estimar la localización del proceso metabólico de interés. Algunos de los trazadores radiactivos más empleados en esta técnica son: carbono 11, nitrógeno 13, oxígeno 15 o flúor 18.

La técnica TEP permite realizar estudios sobre flujo sanguíneo regional, transporte de sustancias a través de las membranas, mapeo de proyecciones axonales, medidas de plasticidad neuronal, o el estudio de la acción de una sustancia química en los diferentes subsistemas  del cerebro (por ejemplo, el estudio de una droga). Otro ejemplo de utilización de la técnica pero con finalidad cognitiva es conocer las regiones del cerebro implicadas en el procesamiento de las palabras. 

La ventaja de la TEP es su capacidad de  cuantificar los receptores de neurotransmisores y visualizar los sitios de acción de los fármacos, además de que la medición de la metabolización  de la glucosa cerebral y el flujo sanguíneo cerebral regional se pueden utilizar  para estudiar la actividad del cerebro en reposo o para mapear la activación cerebral   durante tareas cognoscitivas y motoras. Dos inconvenientes de esta técnica, la baja resolución temporal y alta invasividad.




Más información:
Maestú, F., Ríos-Lago, M. y Cabestrero, R. (2008). Neuroimagen Funcional y Cognición. Barcelona: Masson-Elsevier.


martes, 21 de agosto de 2018

Neuronas espejo



Las neuronas espejo tienen un papel importante en la codificación de la intención a través de la observación de movimiento.



“Un descubrimiento que ha permitido ahondar en el estudio de las bases  neuronales del entrelazamiento entre la percepción y la acción ha sido el de las denominadas neuronas espejo (Rizzolatti, Fadiga, Gallese & Fogassi, 1996; Rizzolatti, Fogassi & Gallese, 2001).”



Fadiga y colaboradores demostraron por primera vez en 1995 la existencia de mecanismos espejo en la corteza humana mediante la medición de potenciales evocados motores en los músculos de la mano. El potencial era de mayor amplitud durante la observación de un movimiento de la mano que durante la observación de uno de control. La respuesta neuronal en las áreas espejo durante la observación es de mayor intensidad cuando observamos un movimiento familiar que hemos adquirido en nuestro sistema motor gracias al entrenamiento motor.

El cerebro humano también muestra evidencia de neuronas que activan la representación motora al escuchar un sonido asociado con la acción que procesan y solo los sonidos que tenemos asociados a patrones motores producirán actividad en el sistema espejo.

Otro aspecto del sistema espejo y que se encuentra en proceso de investigación en neurociencia es la función que juega las neuronas espejo en el sistema cognitivo humano. La teoría más general es la que indica que las neuronas espejo colaboran en el proceso de comprensión durante la observación de acciones como fundamento para la supervivencia y convivencia social.

Silvina Catuara Solarz en su publicación: Las neuronas espejo. Aprendizaje, imitación y empatía (2018) recoge la interpretación que sigue la línea de la hipótesis de múltiples mecanismos espejo con funciones diferentes en vista de diversos tipos de neuronas espejo en muchas áreas corticales distintas:

“El hecho de que en las regiones temporales del cerebro haya neuronas espejo, cuya actividad coincide en la observación y la ejecución de la acción, sugiere que estas neuronas podrían también reactivarse durante la rememoración de esas mismas acciones realizadas por el observador. Así, se amplificaría la función del mecanismo espejo de coincidencia: ejecución-observación-recuerdo.” 

Según esto, la habilidad de identificar el objeto de los actos motores observados y las intenciones que hay detrás de ellos podría estar basada en mecanismos del circuito parietofrontal, mientras que la capacidad de entender una emoción específica podría depender de las neuronas espejo localizadas en el sistema límbico.

El estudio de las neuronas espejo en el humano es un tema novedoso en el que aún existe un debate sobre sus propiedades y funciones. Su investigación abrirá muchas puertas sobre el entendimiento cognitivo de las acciones motoras y sus funciones en la sociabilidad.


Recomendaciones:

Gallese, V., Fadiga, L., Fogassi, L. & Rizzolatti, G. Action recognition in the premotor cortex. Brain 119, 593-609

Article (PDF Available) in Brain 119 ( Pt 2)(2):593-609 · May 1996with295 Reads
DOI: 10.1093/brain/119.2.593 · Source: PubMed








Neuroni specchio, di Leonardo Fogassi, Luciano Fadiga e Vittorio ...

www.istitutoveneto.it/flex/cm/pages/ServeAttachment.../E/pdf

1. Neuroni specchioLeonardo FogassiLuciano Fadiga e Vittorio Gallese. Capire le azioni degli altri e le intenzioni che ne sono alla base è una caratteristica.




viernes, 17 de agosto de 2018

Lateralización hemisférica en el procesamiento emocional




Uno de los primeros indicios sobre la lateralización de las emociones procedió de observaciones clínicas en pacientes con lesiones unilaterales en uno u otro hemisferio.
Goldstein describió los síntomas de ansiedad, agitación y tristeza asociados a cuadros depresivos, que presentaban con frecuencia los pacientes con lesiones en el hemisferio izquierdo. Estas observaciones se complementaron con otras sobre el hemisferio derecho en el que se apreciaba un cuadro opuesto de indiferencia y despreocupación, acompañado frecuentemente de un estado de ánimo eufórico.

Interpretaciones alternativas a estas observaciones derivaron en las dos principales hipótesis actuales en pugna sobre la lateralización hemisférica del procesamiento emocional: 

- La hipótesis de la dominancia del hemisferio derecho, que postula que éste está especializado de forma general en el procesamiento emocional, tanto de valencia positiva como negativa.

Hay que destacar además que existen numerosas evidencias que apoyan la idea de una superioridad del hemisferio derecho en el procesamiento emocional, que incluye tanto la comprensión de las emociones como la expresión emocional. Parece que hay una clara especialización del hemisferio derecho tanto en el reconocimiento del significado emocional de las expresiones faciales como en el de la prosodia o entonación que se usa al hablar. Se ha postulado la existencia en el hemisferio derecho de mecanismos que permiten descodificar la información emocional y otorgarle significado, a lo que ha denominado repertorio afectivo no-verbal, de un modo similar a los que existen en el hemisferio izquierdo para el procesamiento lingüístico.

En cuanto a la producción de expresiones faciales emocionales, hay también numerosos datos que apuntan a que el lado izquierdo de la cara es más expresivo que el derecho, lo que sugiere que el hemisferio derecho es superior en el control de los músculos faciales responsables de la expresión emocional.

- La hipótesis de la valencia, según la cual cada uno de los hemisferios está especializado en el procesamiento de valencias emocionales distintas, con una dominancia del hemisferio izquierdo en el de emociones positivas y del hemisferio derecho en el de emociones negativas.

Según esta hipótesis, la experiencia emocional estaría mediada por redes modulares distribuidas anatómicamente, compuestas de tres módulos principales: uno que determina la valencia, otro que controla los niveles de activación y un tercero que media las respuestas motoras, activando conductas de aproximación o de evitación. Estos tres módulos estarían lateralizados.


Recomiendo lectura:
Juan Pedro Sánchez-Navarro  y Francisco Román
Anales de psicología 2004, vol. 20, nº 2 (diciembre), 223-240




jueves, 16 de agosto de 2018

Amígdala, aprendizaje emocional y memoria emocional implícita








El procesamiento cerebral de las emociones implica en gran parte procesos implícitos que se producen sin necesidad de que el sujeto sea consciente. Estos procesos están mediados por estructuras subcorticales del sistema límbico, principalmente, la amígdala.

La amígdala es un voluminoso complejo de núcleos situado ventralmente al claustro. El claustro es una delgada y extensa lámina que se extiende en la profundidad del lóbulo de la ínsula. 

La amígdala tiene forma de almendra y se sitúa por delante del hipocampo y del cuerno temporal del ventrículo lateral. En la amígdala se identifican tres grupos de núcleos: central, corticomedial y basolateral. 

Está implicada en una amplia gama de funciones emocionales (conductas sexuales, el miedo y conductas aversivas) y aspectos relacionados con estas funciones del aprendizaje, la motivación y la memoria. Además, participa en diversas funciones cognitivas (atención, percepción, memoria explícita) para lo cual actúa también en el procesamiento del significado emocional de los estímulos sensoriales. Estos papeles guardan relación con las densas conexiones que establece la amígdala a través de la estría terminal y la vía amigdalofuga ventral con el telencéfalo basal y las estructuras olfatorias, el hipotálamo y el tronco del encéfalo, los núcleos de la línea media y dorsomediano y con amplias regiones corticales (corteza frontal, cingular, temporal e insular) y, la formación hipocámpica.

El paradigma experimental utilizado para el estudio de la amígdala es el del miedo condicionado. El aprendizaje del miedo condicionado tiene un alto valor adaptativo porque previene de un peligro y activa los mecanismos de alarma para hacerle frente. Las reacciones al estímulo condicionado de miedo son similares a las de un estímulo peligroso natural: Conductas de defensa (paralización y aumento de reflejos), activación del sistema autónomo (incremento del ritmo cardíaco y la presión sanguínea) y liberación de hormonas del estrés en el eje hipofisiario-adrenal. Esto indica que la amígdala está implicada en la asignación de un significado emocional negativo como el miedo a estímulos inicialmente neutros. Un aspecto importante de este aprendizaje emocional es que no requiere la participación de la neocorteza, ya que depende de una vía subcortical que transmite información sensorial directamente desde el tálamo a la amígdala.

Las investigaciones han demostrado que la amígdala participa en el condicionamiento del miedo en humanos. Pero además, han aportado información importante sobre el tipo de aprendizaje emocional que realiza, poniendo de manifiesto que es de carácter implícito, es decir, en el que no interviene la consciencia. Al participar en el aprendizaje del miedo, la amígdala es una estructura fundamental para la formación de memorias emocionales. Lo relevante en este sentido es que son memorias implícitas, no declarativas, que actúan de una forma automática sin que se tenga consciencia de ello. Estas memorias emocionales implícitas pueden explicar el hecho frecuente en los humanos de sentir miedo en situaciones concretas sin saber porqué está producido.

Mientras que la amígdala está implicada en la memoria emocional implícita, el hipocampo es la estructura clave para la formación de las memorias declarativas o explícitas (recuerdo consciente de acontecimientos). Es un hecho constatado que los recuerdos de situaciones emocionales son mucho más fuertes y resisten más el olvido que los de acontecimientos que no han tenido importancia para el sujeto. Esto es así porque, aunque no participa directamente en la memoria declarativa, la amígdala modula la actividad del hipocampo. En situaciones emocionales, la amígdala incrementa la activación del cerebro y este incremento afecta al hipocampo, facilitando la consolidación de los recuerdos emocionales explícitos. Este papel modulador de la amígdala recibe apoyo de los estudios de neuroimagen funcional en humanos donde se muestra que la actividad de la amígdala durante la presentación de estímulos emocionales correlaciona con el recuerdo explícito posterior de esos estímulos.

Para finalizar, destacar que la amígdala participa no solo en la identificación de expresiones faciales emocionales sino también en expresiones negativas como la rabia y tristeza; y en expresiones positivas como las de alegría (Sergerie y cols, 2008).

Lectura recomendada:

Neurosci Biobehav Rev. 2008;32(4):811-30. doi: 10.1016/j.neubiorev.2007.12.002. Epub 2008 Jan 17.
The role of the amygdala in emotional processing: a quantitative meta-analysis of functional neuroimaging studies.
Sergerie KChochol CArmony JL




domingo, 20 de mayo de 2018

La importancia de la consciencia de la información emocional




"La consciencia de la información emocional ofrece flexibilidad en las respuestas,  que incluye la capacidad de modular y controlar las respuestas emocionales, adaptándolas a las metas del sujeto y el entorno social."



El problema del estudio de la emoción es debido a la diferencia que existe entre sus dos principales componentes. El aspecto que en sí es el más relevante, la experiencia emocional subjetiva y las reacciones fisiológicas unidas inexorablemente a ellasLa distinción actual entre procesos emocionales implícitos (que no dan lugar a una experiencia emocional consciente) y explícitos (que producen consciencia de los propios estados emocionales) está ayudando a entender la complejidad de los fenómenos emocionales. El hipocampo es imprescindible para el proceso de consolidación y almacenamiento de la información en la corteza cerebral.

La amígdala es una estructura fundamental para el procesamiento implícito (inconsciente) de la información emocional y de la formación de memorias emocionales implícitas, mientras que el hipocampo es imprescindible para que se pueda formar un recuerdo emocional explícito o consciente. Y lo que es más importante, estas dos formas de conocimiento  pueden funcionar de manera independiente.

Pruebas de procesos emocionales inconscientes en humanos


Öhman ha estudiado los procesos emocionales inconscientes durante mucho tiempo utilizando un procedimiento de enmascaramiento hacia atrás para probar  que se puede producir respuestas emocionales a estímulos que inducen miedo sin que exista percepción consciente de los estímulos (Öhman y cols. 2000). En este procedimiento se impide la percepción consciente de un estímulo diana presentando inmediatamente después un estímulo enmascarador cuando el intervalo de tiempo entre el comienzo del estímulo diana y el estímulo enmascarador ( el intervalo SOA o asincronía en el comienzo del estímulo ) es menor de 50 milisegundo. En estas condiciones experimentales, el estímulo enmascarador  bloquea la percepción consciente del estímulo diana. Con este procedimiento, el grupo de investigación de Öhman ha demostrado que se producen respuestas emocionales en personas con miedos fóbicos a algunos animales como serpientes o arañas, sin que perciban conscientemente los estímulos.

Una explicación del procesamiento emocional inconsciente la proporciona la investigación desarrollada por LeDoux (1996), en la que se ha identificado dos vías paralelas que transmiten información a la amígdala, una cortical y otra subcortical. 

- La vía subcortical va directamente del tálamo a la amígdala, por lo que llega la información a la amígdala rápidamente
- La vía cortical transmite información a la amígdala indirectamente, de forma lenta y multisináptica. Esta vía va del tálamo a la corteza sensorial, allí la información se procesa en distintas regiones corticales y después se proyecta de nuevo sobre la amígdala. 

A través de la vía subcortical directa, la amígdala procesa de un modo rápido los estímulos, asignándoles un significado emocional a nivel inconsciente y activando las respuestas emocionales automáticas e implícitas. 
La vía cortical realiza un procesamiento más elaborado del estímulo que da lugar a su percepción consciente. Al proyectarse esta información perceptiva de nuevo sobre la amígdala, permite integrarla con su significado emocional y modular las reacciones de la amígdala al estímulo.

Así según el modelo de LeDoux, mientras que el procesamiento emocional inconsciente depende de las estructuras subcorticales, principalmente la amígdala (al menos para los estímulos que suponen una amenaza para el individuo y producen reacciones de miedo), la experiencia emocional consciente requiere la participación de la corteza cerebral. Esta idea está recibiendo el apoyo de los estudios de resonancia magnética funcional en los humanos, que han mostrado que durante la experiencia emocional consciente se incrementa la actividad en regiones como la corteza cingulada anterior, la corteza insular y la corteza prefrontal medial (Lane, 2000). Estas regiones, como la amígdala, están interconectadas con la corteza orbitofrontal, por lo que estos hallazgos son acordes con el papel que se atribuye a la corteza orbitofrontal en la regulación del comportamiento a un nivel más complejo, que incluye la experiencia pasada del sujeto y su adaptación al contexto social.

Damasio ha señalado que: "la ventaja que proporciona la consciencia de las propias emociones es que permite que la información emocional se integre con los procesos cognitivos."

Para ello, la interacción entre las regiones de la corteza prefrontal orbitofrontal y dorsolateral, implica en el control ejecutivo de los procesos cognitivos, es fundamental. 


Bibliografía: 
- Damasio, A. (1996). El error de Descartes. Madrid: Crítica.
- LeDoux, J. (1999). El cerebro emocional. Barcelona: Planeta.
Arne Ohman, Anders Flykt, and Francisco Esteves. Emotion Drives Attention: Detecting the Snake in the Grass. Journal of Experimental Psychology: General 2001, Vol. 130, No. 3, 466-478
Enríquez de Valenzuela, P., Neurociencia Cognitiva, Ed. Sanz y Torres, s.l, Uned, 170-172.




lunes, 14 de mayo de 2018

La adolescencia, una etapa vertiginosa



"La adolescencia se define como “el período de la vida de una persona comprendido entre la aparición de la pubertad, que marca el final de la infancia, y el inicio de la edad adulta”. Desde el punto de vista de la neurociencia es un periodo de grandes oportunidades en el que de manera vertiginosa se producirán profundos cambios en la estructura y funciones del cerebro, con el añadido de una metamorfosis física y un aumento progresivo de demanda en el rendimiento cognitivo y conductual. Estos cambios marcarán las características esenciales del neurodesarrollo en dicha etapa..." [para seguir leyendo haz clic aquí ]

vía aula2.com












viernes, 4 de mayo de 2018

Marcador Somático


“Las emociones influyen en nuestros proceso de decisiones y razonamiento”


El modelo del Marcador Somático de Antonio Damasio trata de explicar el papel de las emociones en la toma de decisiones, su relación con las funciones ejecutivas y el papel de los lóbulos frontales. 





Esta hipótesis surge de la necesidad de explicar algunos hallazgos clínicos como la existencia de pacientes que, a pesar de tener conservadas su capacidad intelectual, su capacidad de razonamiento, el lenguaje, la memoria operativa y la atención básica, sus dificultades en la vida cotidiana son evidentes, presentando graves problemas en la toma de decisiones, en el dominio personal y social. Todos ellos suelen presentar lesiones en las regiones ventromediales de la corteza prefrontal. Son pacientes que presentan dificultades para expresar emociones y, fundamentalmente, una grave dificultad para tomar decisiones acertadas y adaptadas en su vida cotidiana. (Damasio, 1996; Damasio, Tranel, y Damasio, 1991, 1998)

Javier Tirapu et al. (2002) en su revisión recoge que cuando hablamos de toma de decisión se da por sentado que quien decide, posee conocimientos sobre la situación que requiere una decisión, sobre las distintas opciones de acción y sobre las consecuencias inmediatas y futuras de cada una de estas opciones. En este sentido, el marcador somático forzaría la atención hacia las consecuencias a las que puede conducir una acción determinada, funcionando como una señal de alarma automática ante lo inadecuado de algunas decisiones. Esta señal básicamente emocional puede llevarnos a rechazar inmediatamente el curso de la acción, con lo que nos guiará hacia otras alternativas. 

Los marcadores somáticos se cruzan con las funciones ejecutivas en el campo de la deliberación, ya que resultan fundamentales a la hora de tomar decisiones y resaltar unas opciones sobre otras. Si las emociones se relacionan con el cuerpo y estas emociones señalan caminos en las decisiones, de ahí el término de Marcador Somático.





Fuentes de información:
  • Damasio, A.R. (1996). El error de Descartes. Barcelona: Crítica.
  • Tirapu, J., Muñoz-Cespedes, J.M., Y Peligrín, C. (2002). Funciones ejecutivas: necesidad de una integración conceptual. Revista de Neurología, 34(7), 673-685.
  • Enríquez de Valenzuela, P., Neurociencia Cognitiva, Ed. Sanz y Torres, s.l, Uned, 277-278.


Recomendación: Tirapu, J., García, A., Ríos, M. y Ardilla, A. (2012). Neuropsicología de la corteza prefrontal y las funciones ejecutivas. Barcelona. Viguera.