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sábado, 27 de abril de 2013

Matemática cognitiva



Imagen del blog:

Zumbidos matemáticos: las abejas

La matemática cognitiva es una especialización muy nueva que surge a partir de los avances dentro de un campo de investigación más amplio que es la Neuropsicología. 


En los últimos años mediante el uso de avanzadas tecnologías y procedimientos ingeniosos se han obtenido sorprendentes descubrimientos relacionados con el modo en el que el cerebro procesa el pensamiento matemático.







Muchos experimentos demuestran que la habilidad de distinguir cantidades y realizar cálculos elementales es inherente en bebés humanos, y en varios animales, como pájaros, ratas, o monos. Tanto el ser humano como los animales poseen un “acumulador” numérico en su cerebro que les permite realizar estas operaciones matemáticas simples.


Distintos estudios científicos:


  • El estudio de Nieder et. al. (2002) que descubrieron que los monos macacos tienen neuronas codificadoras de números en la corteza prefrontal lateral del cerebro.
  • Estudios con pacientes que sufrieron ataques cerebrovasculares y perdieron su habilidad matemática, que han dado indicios de que las funciones matemáticas claves residen en el lóbulo parietal izquierdo del cerebro.
  • También esta registrado en numerosos experimentos que cuando animales y humanos son confrontados con la tarea de comparar dos cantidades numéricas para decidir cual de ellas es mayor, el tiempo de reacción y precisión en las operaciones esta sistemáticamente influenciado por la distancia numérica entre los dos valores (el efecto distancia) y el valor numérico (el efecto tamaño).

    • El tiempo de reacción es mayor y la precisión menor para los valores que son similares en valor numérico (e.j. 6 y 7) que para valores que están mas separados en valor (e.j., 2 y 7).
    • Cuando la distancia se mantiene igual, la precisión disminuye y la demora en responder aumenta a medida que el tamaño de los valores que se comparan aumenta (e.j., comparar 3 y 5 contra comparar 65 y 67).

  • Ingeniosos experimentos demuestran que los bebés humanos, ya saben desde el nacimiento algunos fragmentos de aritmética comparable al conocimiento matemático de los animales. Esto contradice la teoría de Jean Piaget, quien negaba a los niños pequeños toda habilidad numérica.

  • Las tomografías computadas muestran que cuando nuestro cerebro se ve confrontado con una tarea para la cual no fue preparado por la evolución, tal como la multiplicación de dos dígitos, recluta una vasta red de áreas cerebrales para llevarla a cabo.



Brillantes matemáticos: "predisposición biológica o tiempo dedicado".

Respecto de la razón por la cual brillantes matemáticos como Gauss, Einstein, o Ramanujan han alcanzado tan extraordinaria familiaridad con los objetos matemáticos y si tenemos que suponer que algunas personas inician sus vidas con una arquitectura cerebral particular o una predisposición biológica a convertirse en genios, la Neuropsicologia también tiene algunas respuestas.

Hasta el presente, existe muy poca evidencia de que grandes matemáticos y calculadores prodigiosos hayan heredado una estructura neurobiológica excepcional. Igual que el resto de nosotros, los expertos en aritmética tienen que pelear con largos cálculos y complejos conceptos matemáticos. Si tienen éxito, es solo porque le dedican un tiempo considerable a este tema y eventualmente inventan algoritmos bien afinados e inteligentes atajos que cualquiera de nosotros podríamos aprender si tratásemos y que están cuidadosamente diseñados para tomar ventaja de las cualidades del cerebro y esquivar sus limitaciones.



El concepto de número en las distintas culturas.

Por la estructura de sus cerebros, los animales están condenados a una aritmética aproximada. Sin embargo, los humanos hemos heredado por evolución la habilidad de crear sistemas complejos de símbolos, incluyendo lenguajes hablados y escritos. Las palabras y los símbolos, por poder separar conceptos con significados arbitrariamente cercanos, nos permiten movernos más allá de los límites de la aproximación.

El concepto de número, sugerido por los Babilonios, refinado por los Griegos, purificado por los Hindúes y los Árabes, axiomatizado por Dedekind y Peano, generalizado por Galois, nunca ha cesado de evolucionar y los números tienen diferentes nombres y símbolos de acuerdo a las culturas. El actual sistema decimal de números arábigos es el resultado de una larga evolución en el modo de representación numérica. Los números arábigos actuales, son en realidad la creación de los hindúes. Se los denomina arábigos porque los árabes los introdujeron en Europa.

Es notable la simpleza del lenguaje Chino, y el modo en que se ajusta perfectamente al sistema decimal. Por ser los nombres de los numerales muy cortos, es bastante común que un hablante chino recuerde números de hasta 9 o incluso 10 dígitos de memoria, mientras que a una persona que hable alguno de los lenguajes de origen occidental (español por ejemplo) le resulta muy difícil recordar números de mas de 6 o 7 cifras.

El sistema de numeración romana se desarrolló en la antigua Roma y se utilizó en todo su imperio. Es un sistema de numeración no-posicional, en el que se usan algunas letras mayúsculas como símbolos para representar los números. El cero no existía en este sistema de numeración. 

En la cultura maya, al igual que otras civilizaciones mesoamericanas, se utilizaba un sistema de numeración posicional (vertical) de base 20 (primario) y de base 5 (secundario), con tres símbolos y la utilización del cero. Los mayas desarrollaron independientemente el concepto de cero alrededor del año 36 AC. Este es el primer uso documentado de un cero como lo conocemos hoy en día; los mayas parecen haber estado usando el concepto de cero siglos antes que en el viejo mundo. De acuerdo a algunos autores, el sistema maya permite realizar operaciones aritméticas con menos información memorizada que en nuestro sistema de numeración decimal (Magaña, 1990; Flores, 1976). Las pinturas antiguas muestran a los mayas trabajando con sumas de hasta cientos de millones y fechas tan extensas que tomaba varias líneas el poder representarlas.



La enseñanza de las matemáticas como una aventura pitagórica.

Los resultados de los estudios neuropsicológicos y el análisis de las particularidades del lenguaje matemático en las diferentes culturas nos pueden dar algunas pistas acerca de que modificaciones podríamos intentar en la enseñanza de las matemáticas.

En el ámbito de la investigación en didáctica de las matemáticas es bastante conocido que la enseñanza habitual del cálculo se basa en la transmisión de conocimientos con un énfasis muy marcado en el desarrollo de habilidades algebraicas y se desatiende el discernimiento intelectual para la comprensión de ideas, nociones y conceptos. Tal situación ha sido abordada en diversos trabajos en los que se muestran desde argumentaciones teóricas hasta propuestas para mejorar la calidad del aprendizaje, las cuales incluyen tanto los conocimientos previos que necesitaría tener un estudiante para tener éxito en el estudio de cálculo, como la elaboración de materiales didácticos (Farfán, 1991 & 1994; Artigue, 1995; Dolores, 1999; Salinas et al., 2002).

Por ejemplo, Moreno (2005) indica que: "La enseñanza de los principios del cálculo resulta bastante problemática, y aunque seamos capaces de enseñar a los estudiantes a resolver de forma más o menos mecánica algunos problemas estándar, o bien a realizar algunas derivadas o integrales, tales acciones están muy lejos de lo que supondría una verdadera comprensión de los conceptos y métodos de pensamiento de esta parte de las matemáticas". 

Un problema importante ligado a esta situación es que el conocimiento generalmente se trata fuera de contextos apropiados. Así, cuando se pretende mostrar a los estudiantes la utilidad de los contenidos que se estudian, a lo más que se llega en un curso común de cálculo es a resolver los llamados problemas de aplicación que se proponen en los textos, que casi nunca corresponden a la realidad.

Para que la enseñanza de las matemáticas sea una actividad motivadora y significativa es preciso que su aprendizaje lo sea también. Cada niño puede llegar a vislumbrar las satisfacciones que puede proporcionar la experiencia matemática y que tanto impresionaron a los pitagóricos. Para conseguirlo, es necesario que cada profesor sepa descubrir también cómo es posible comunicar esa experiencia al niño, haciéndole entrar en esta fantástica aventura pitagórica.

Por: Aránzazu Ibánez

Dedicado a @notemate http://yair.es/ y a todos los amantes de las matemáticas de mi TL Twitter.


Fuente de información:

Pedro A. WILLGING 
II REPEM – Memorias Santa Rosa, La Pampa, Argentina, Agosto 2008.
LA CREACIÓN MATEMÁTICA Y EL CEREBRO HUMANO: PREGUNTAS 
INTRIGANTES QUE LAS NEUROCIENCIAS COMIENZAN A RESPONDER.
http://repem.exactas.unlpam.edu.ar/cdrepem08/memorias/conferencias/Conferenciaci.pdf

Leopoldo Zuñiga. El cálculo en carreras de ingeniería: un estudio cognitivo

Revista latinoamericana de investigación en matemática educativa

versión impresa ISSN 1665-2436. Relime v.10 n.1 México mar. 2007

http://www.scielo.org.mx/scielo.php?pid=S1665-24362007000100007&script=sci_arttext

viernes, 8 de junio de 2012

Neurociencias: una perspectiva desde el aprendizaje y la educación


Los estudios neurobiológicos de la conducta, que se llevan a cabo en nuestros días, cubren la distancia entre las neuronas y la mente. Existe una llana preocupación por cómo se relacionan las moléculas responsables de la actividad de las células nerviosas con la complejidad de los procesos mentales.


Carnine (1995) ya se aventuraba a pensar que la investigación sobre el cerebro tendría repercusiones directas en la educación y, basándose en el trabajo del Premio Nobel de Medicina de 1972, Gerald Edelman, sobre la capacidad del cerebro humano para categorizar, postuló que esta capacidad podía ser la clave para comprender las diferencias individuales.

La tarea central de las llamadas neurociencias es la de intentar explicar cómo es que actúan millones de células nerviosas individuales en el encéfalo para producir la conducta y cómo, a su vez, estas células están influidas por el medioambiente, incluyendo la conducta de otros individuos (Jessel, et al. 1997).

Precisamente, las neurociencias están contribuyendo a una mayor comprensión, y en ocasiones a dar respuestas a cuestiones de gran interés para los educadores; por ejemplo, hay evidencias según lo muestran las investigaciones de que tanto un cerebro en desarrollo como uno ya maduro se alteran estructuralmente cuando ocurren los aprendizajes (Bransford, et al., 2003).

Destaca además la importancia del rol que juega la experiencia en la construcción de la estructura de la mente. El desarrollo no es solamente un despliegue, por decirlo de algún modo, de patrones preprogramados; hay convergencia en un conjunto de investigaciones sobre algunas de las reglas que gobiernan o dirigen el aprendizaje, una de las más simples, por ejemplo es que la práctica incrementa el aprendizaje: en el cerebro, hay una relación similar entre la cantidad de experiencia en un ambiente complejo y el monto de cambio estructural (Posner y Rothbart, 2005).

Las investigaciones han demostrado que durante el desarrollo de nuevas vías neurales (Doetsch, 2005 y Schinder, 2002), nuestras sinapsis cambian todo el tiempo y es así como recordamos una y otra experiencia o vivencia. Hay quiénes hablan ya de neuroeducación, entendida como el desarrollo de la neuromente durante la escolarización (Battro, 2002a), no cómo un mero híbrido de las neurociencias y las ciencias de la educación, sino como una nueva composición original.

Battro (2002) señala que por razones históricas los caminos de la neurobiología y la educación tuvieron pocas ocasiones de encontrarse; por primera vez lo hicieron al buscar las causas de la debilidad mental y también en la indagación del talento excepcional. Lo interesante del asunto es que se afirma que la neuroeducación no ha de reducirse a la práctica de la educación especial solamente, sino que ha de constituirse en una teoría incipiente del aprendizaje y del conocimiento en general; y sobre todo, es una oportunidad de ahondar en la intimidad de cada persona y no una plataforma para uniformizar las mentes.

Hemos encontrado suficientes antecedentes de que tanto los neurotransmisores dopamina como acetilcolina incrementan los aprendizajes en los estudiantes. Cuando podemos ordenar una nueva información en una conexión ya existente, es decir, aprender algo nuevo, estos dos agentes no sólo refuerzan nuestra concentración, sino que proporcionan además satisfacción y, tal cual lo afirmaba Comenius, allá por el siglo XVII: todo aquello que nos produce complacencia, agrado o contento en nuestras instancias de aprendizaje, queda reforzado en nuestra memoria. Podemos remarcar entonces la importancia no solo de los conocimientos previos sino también de lo valioso que es estudiar algo que agrade.

La Neuropsicología, como disciplina que estudia las relaciones entre cerebro y conducta, se interesa más precisamente por las bases neuroanatómicas de los comportamientos superiores llamados funciones corticales superiores y las patologías que de ellas se derivan. Estas funciones son las que cualitativamente tienen un desarrollo mayor en los seres humanos: el lenguaje, la memoria, la orientación espaciotemporal, el esquema corporal, la psicomotricidad, las gnoxias, las praxias y las asimetrías cerebrales. Lo cierto es que el cerebro tiene un funcionamiento global, y que si bien es viable que para determinadas funciones existen áreas cerebrales anatómicamente delimitadas, las funciones corticales superiores dependen en mayor medida del procesamiento cerebral en su conjunto, en su totalidad; consecuentemente, cuanto mayor es la complejidad de una función cerebral, más áreas cerebrales estarían involucradas.

Desde una perspectiva actual de integración y diálogo, entre la educación y la investigación en neurociencia cognitiva, Ansari y Coch (2006) afirman que el campo emergente de lo que es educación, cerebro y mente debería caracterizarse por metodologías múltiples y niveles de análisis en contextos múltiples, ya sea en la enseñanza como en la investigación. Sostienen que solamente a través de una conciencia y comprensión de las diferencias y las similitudes en ambas áreas tradicionales de investigación, tanto en la educación como en la neurociencia cognitiva, será posible lograr una fundamentación común necesaria para una ciencia integrada de la educación, el cerebro, la mente y el aprendizaje.

Por: Aránzazu Ibáñez


Fuente de información:
Neurociencias y su importancia en contextos de aprendizaje
MARÍA LAURA DE LA BARRERA
DANILO DONOLO
http://www.revista.unam.mx/vol.10/num4/art20/art20.pdf