domingo, 13 de octubre de 2013

¡Cómo estudiar una carrera profesional con éxito!



Comparto con vosotros estos vídeos que son muy aconsejables para mejorar paso a paso, el rendimiento en el estudio de una carrera profesional. Muchos son hábitos que convendría haber asimilado ya ante de llegar a esta etapa de formación, pero nunca es tarde para mejorar.






¡Mucho ánimo Cerebros Adolescente!

Y gracias a Mauricio Bustamante por compartirlos.








jueves, 3 de octubre de 2013

Conocer los fundamentos básicos de las emociones y del cerebro para formar alumnos emocionalmente inteligentes







A pesar de contar con más de una función, el sistema límbico es el sustrato neurobiológico de las emocionesLas emociones están intrínsecamente ligadas al aprendizaje debido a su relación con la motivación, que proporciona el potencial energético necesario para la puesta en marcha de los comportamientos. En el ser humano, las emociones son el aspecto subjetivo de reacciones instintivas relacionadas con necesidades biológicas fundamentales (supervivencia).

La motivación no se limita a necesidades biológicas fundamentales, sino que también estimula comportamientos más elaborados, como la cognición o la toma de decisiones.

Por lo tanto, se puede concluir que las emociones positivas ayudan a la motivación mientras que las emociones negativas obstaculizan cualquier intento por aprender. A su vez, el uso de las emociones positivas para el desarrollo cognoscitivo es de especial importancia en la autoestima del alumno, ya que aprende a no asociar el fallo al fracaso o a emociones negativas.

Según Bruno de La Chiesa, las emociones positivas que derivan del aprendizaje pueden resultar tan placenteras y motivadoras que animen al individuo a seguir aprendiendo.

Los estados de estrés o miedo perjudican al aprendizaje. Un moderado nivel de estrés resulta positivo para el mantenimiento del estado de alerta y de la atención.

La atención es la base del conocimiento y de la acción, es una orientación-concentración mental hacia una tarea y la inhibición de otras tareas que compiten por la atención. En esta reacción intervienen la amígdala, el hipocampo y el lóbulo frontal; este estado de alerta permite al cerebro estar en las condiciones óptimas para tratar la información. Sin embargo, más allá de eso puede resultar nefasto ya que se segrega cortisol, una sustancia química que produce efectos negativos en el aprendizaje y en la memoria.

Varios estudios apuntan a que un buen método para evitar las situaciones de excesivo estrés o miedo en las aulas consiste en aumentar el tiempo dedicado a actividades de educación física.

Se ha comprobado que el estrés crónico y postraumático es capaz de lesionar el desarrollo cerebral del niño, sobre todo observable en el hipocampo.

Aprender a retrasar la gratificación y a cooperar con el grupo constituye un buen ejercicio para el desarrollo de la inteligencia emocional. Muy unido a esto se encuentra la importancia de controlar las emociones.

La inteligencia emocional se refiere a la habilidad de autorregularse, es decir, de controlar los impulsos e instintos inmediatos, pero también se refiere a la cooperación, esto es, truncar una satisfacción personal para ayudar o satisfacer al prójimo. Aprender a retrasar la gratificación y a cooperar con el grupo es un buen método para formar alumnos emocionalmente inteligentes.







Fuente de información:


Nieves Maya Elcarte y Santiago Rivero Rodrigo
Prólogo y Dirección Científica de Francisco José Rubia Vila
Conocer el cerebro para la excelencia en la educación
Editado por Innobasque – 2010
Agencia Vasca de la Innovación
Parque Tecnológico de Bizkaia

Inteligencia Emocional, el nuevo reto educativo.





Daniel Goleman, es un psicólogo de gran fama mundial a raíz de la publicación de su libro Emotional Intelligence (en español Inteligencia emocional) en 1995. Goleman da una gran importancia a la conciencia emocional, ya que constituye una competencia personal que determina el modo en que el sujeto se relaciona consigo mismo, y a la vez está influida por el factor social.

La autoconciencia, es decir, llegar a combinar el pensamiento y las emociones, comienza en edades muy tempranas y parece que puede desarrollarse debido al poder de la imaginación, que permite experimentar estados emocionales ficticios o situarlos en personajes inventados, reuniendo gran cantidad de experiencia sobre lo emocional (Harris, 1992). Y el desarrollo y comprensión de las emociones en los niños es un proceso continuo y gradual de aprendizaje que va de las emociones simples a las más complejas. Los niños y adolescentes van cambiando sus estrategias para poder hacer frente a las distintas experiencias a través del control de las emociones, se enfrentan mejor a sus emociones a medida que va comprendiendo sus causas.

Para conseguir una adecuada educación emocional hay cierta unanimidad en que las cinco habilidades que conforman la inteligencia emocional- según Goleman (1995)- deben ser fomentadas y desarrolladas lo más intensamente posibles y desde la más temprana adolescencia (Brockert y Braun, 1997). Estas habilidades son:

-     Conciencia emocional: es decir, ser consciente de uno mismo, conocer la propia existencia y, sobre todo, el propio sentido de vida, lo que a su vez es fundamental para el autocontrol.

-     Autocontrol o regulación de las emociones: significa la capacidad para saber manejar ampliamente los propios sentimientos, los estados de ánimo, evitando caer en el nerviosismo y sabiendo permanecer tranquilo para poder afrontar los sentimientos de miedo y las situaciones de riesgo y para recuperarse rápidamente de los sentimiento negativos.

-    Motivación, que está muy unida a las emociones y surge del autocontrol, significa ser aplicado, ser consciente, perseverante, tener resistencia ante las frustraciones.

-    Empatía, o capacidad de ponerse en el lugar de la otra persona, significa comprender las emociones de los demás, entender lo que otras personas sienten, sentir con las otras personas.

-    Habilidad social: hace referencia a entenderse con los demás, orientarse hacia los otros, no ser un mero observador de los demás sino hacer algo en común con ellos, sentir alegría de estar entre la gente, colaborar, ayudar, pertenecer a un grupo.


La educación emocional surge como una respuesta educativa a una serie de necesidades que se dan en la sociedad actual: ansiedad, depresión, problemas de disciplina, violencia, drogadicción, trastornos de alimentación, etc (Álvarez et al., 2000). Investigaciones sobre esta temática han demostrado cómo el “anafabetismo emocional” tiene efectos muy negativos sobre las personas y sobre la sociedad (Goleman, 1995).

La importancia del control y la regulación de las emociones surge, también, de la necesidad que tiene el ser humano de no dejarse llevar por los impulsos emocionales, ya que lo contrario tendría consecuencias muy negativas tanto a nivel personal como social. Además, todas las personas necesitan sentirse seguras emocionalmente, es decir, tener sentimientos de bienestar y estabilidad emocional. El factor emocional se considera como un elemento muy importante en la prevención y/o desarrollo de algunas enfermedades: se está demostrando que emociones negativas como la ira, el miedo, el estrés, la depresión, etc. Tienen un efecto directo sobre la salud (Perea, 2002).

Para Shapiro (1997), el término inteligencia emocional se identifica con cualidades emocionales necesarias para el logro del éxito, entre las cuales se pueden incluir: la empatía, la expresión y la compresión de los sentimientos, el control del genio, la independencia, la capacidad de adaptación, la simpatía, la capacidad de resolver problemas en forma interpersonal, la persistencia, la concordialidad, la amabilidad y el respeto.

Cooper y Sawaf (1997) definen la inteligencia emocional como la aptitud para captar, entender y aplicar eficazmente la fuerza y la perspicacia de las emociones en tanto que fuente de energía humana, información de relaciones e influencias.

La inteligencia emocional se puede entender desde dos enfoques: capacidad cognitiva vinculada al ámbito de la inteligencia y la referida al ámbito de la personalidad como conjunto integrado de disposiciones o tendencias de comportamiento, tales como asertividad, optimismo, baja impulsividad, sociabilidad,…

Y, además, la inteligencia emocional según Cooper y Sawaf (1997) está integrada por cuatro elementos básicos:

  • La alfabetización emocional. Consiste en ser consciente de nuestras emociones, canalizar y transferir la energía emocional con un empuje que nos aporte lo que podría denominarse “pasión” creadora y solucionadora. En este aspecto, una de las ideas clave es la del “feed-back” emocional, que se expresa como la forma de gestionar nuestras emociones.
  • La agilidad emocional. Se manifiesta en una doble vertiente: a) ofrecer a los demás un grado de confianza que facilite las relaciones con otros y la comunicación empática al tener conciencia de los sentimientos y emociones; y b) obtener una capacidad de flexibilidad y renovación para solucionar problemas y hacer frente, de manera adecuada, a las necesidades.
  • La profundidad emocional. Este elemento está relacionado con la ética y moral personal. Todos tenemos motivaciones y reflexionamos sobre nuestras aspiraciones, es nuestro potencial e intención individual. Para alcanzarlo es necesario poner esfuerzo, responsabilidad y conciencia. Aquí es donde interviene la moral y la ética personal en las formas que tenemos habitualmente de actuar.
  • La alquimia emocional. Se manifiesta en una gran variedad de situaciones (ser capaz de aceptar el reto, trabajar con lucidez y atención, aplicar nuestra intuición a la creatividad y a lo imaginativo). Es lo que se conoce como “flujo intuitivo”, que hace que, a veces, seamos capaces de experimentar con más plenitud un punto determinado del tiempo y conectar con nuestros sentimientos de forma eficaz, agudizando nuestra intuición, nuestros instintos; nuestro empeño se pone al servicio de la innovación y nuestras emociones y pensamientos no quedan atrapados en el tiempo, sino que tienen una proyección.

Para finalizar, Gallego et al. (1999, pp. 28-29) destacan una amplia serie de habilidades que se encuentran en la teoría de la inteligencia emocional y las presentan agrupadas en tres ámbitos:


Habilidades emocionales


  • Reconocer los propios sentimientos: identificarlos, etiquetarlos y expresarlos.
  • Controlar los sentimientos y evaluar su intensidad.
  • Ser conscientes de si una decisión está determinada por los pensamientos o por los sentimientos.
  • Controlar las emociones, comprendiendo lo subyacente a su sentimiento.
  • Aprender formas de controlar los sentimientos.


Habilidades cognitivas


  • Comprender los sentimientos de los demás, respetar las diferencias individuales.
  • Saber leer e interpretar los indicadores sociales.
  • Asumir toda la responsabilidad de las propias decisiones y acciones.
  • Considerar las consecuencias de las distintas alternativas posibles.
  • Dividir en fases el proceso de toma de decisiones y de resolución de problemas.
  • Reconocer las propias debilidades y fortalezas.
  • Mantener una actitud positiva ante la vida con un fuerte componente afectivo.
  • Desarrollar esperanzas realistas de uno mismo.
  • Adiestrarse en la cooperación, la resolución de conflictos y la negociación de compromisos.
  • Saber distinguir entre las situaciones en que alguien es realmente hostil y aquéllas en las que la hostilidad proviene de uno mismo.
  • Ante una situación de conflicto, pararse a describir la situación y cómo se hace sentir, determinar las opciones de que se dispone para resolver el problema y cuáles serían sus posibles consecuencias, tomar una decisión y llevarlas a cabo.


Habilidades conductuales

  • Resistir las influencias negativas.
  • Escuchar a los demás.
  • Participar en grupos positivos de compañeros.
  • Responder eficazmente a la crítica.
  • Comunicarse con los demás a través de otros canales no verbales, gestos, tono de voz, expresión facial, etc.



Fuente de información:

IMPORTANCIA DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL: UN NUEVO RETO PARA LA ORIENTACIÓN EDUCATIVA 
María Luisa Dueñas Buey 
Universidad Nacional de Educación a Distancia 
MADRID 











miércoles, 2 de octubre de 2013

Educar en emociones



La educación a la que se tiene que enfrentar una persona desde sus primeros contactos con la Educación Infantil y Primaria, pasando por la Educación Secundaria, Bachillerato e, incluso, estudios universitarios  hasta su vida profesional, es claramente deficiente. Deficiente en valores, deficiente en comprensión de las emociones, deficiente en puntos de vista, deficiente en humanización de los contenidos.


El modelo educativo actual basa todo la educación en el aprendizaje de ciertos modelos lógicos pertenecientes a las ciencias más puras y, además, la memorización y la repetición de decenas, centenares de líneas de información que convierten los cerebros de los alumnos (su memoria) en depósitos de datos completamente inútiles para hacer frente a la vida real.

Se les enseña a resolver problemas matemáticos durante años, pero en este proceso no aprenden a resolver sus conflictos existenciales, Se les enseña a hacer cálculos y a encontrar la solución óptima, pero la vida está llena de contradicciones, las cuestiones de la emoción no entran en el mundo de las cifras ni dan una solución exacta. Los niños y adolescentes, en las escuelas, aprenden a enfrentarse con hechos lógicos, pero no saben hacerlo con fracasos y errores.









La neurociencia, con el paso de los años y de las decenas de investigaciones en crecimiento sobre el intrincado conocimiento de el funcionamiento cerebral, ha llegado a afirmar que no existe el recuerdo puro del pasado, que lo que rememoramos siempre es reconstituido, indicando además que el único registro que se instala en la memoria es aquel que va acompañado de un estímulo emocional con una intensidad que no ha de ser necesariamente elevada. El conocimiento científico se ha multiplicado y el número de centros de enseñanza ha crecido como en ninguna otra época, pero la educación actual no está formando pensadores. La mayoría de los jóvenes, incluido los universitarios, acumulan montones de “piedras” pero construyen poquísimas ideas brillantes con ellas.




“No es casualidad que hayan perdido el placer de aprender, el aprendizaje ha dejado de ser una aventura agradable”

(Augusto Cury, 2007 – 17)









Dentro de este contexto también destaca el que la educación esté educando a los estudiantes exclusivamente para afrontar el éxito, se les enseña que todo lo que estudia tiene un fin: tener éxito en la vida, enmascarando detrás de este objetivo valores cómo el éxito rápido, el dinero, una buena casa, fama y otros tantos relacionados. Sin embargo, como todos sabemos, vivir una vida sin problemas es imposible, los fracasos superarán claramente en número a los éxitos a los que tendrán que enfrentarse, el sufrimiento bien enfocado en estas situaciones nos construye, el mal llevado destruye nuestra autoestima. Debemos usar el sufrimiento para construir sabiduría, debemos preparar a los jóvenes a lidiar con las decepciones.

Paralelamente a este proceso claramente deficiente en cuanto a la educación ofrecida a los estudiantes, se observa como la sociedad con los medios de comunicación seduce a los más jóvenes con estímulos rápidos ya elaborados, lo que Cury entiende como “Fast Food” emocional. Un joven en la actualidad necesita hacer muchas cosas para disfrutar tan solo un poco, los padres apuntan a sus hijos a decenas de actividades que ocupen todo su tiempo mientras que la compleja industria del ocio se encarga de mantenerlos entretenidos con información ya elaborada con la que no necesitan pensar. Este bombardeo de estímulos no es inofensivo, con el tiempo aumenta el umbral de placer en la vida real de los sujetos por lo que, inevitablemente, los adolescentes pierden el placer por los pequeños estímulos de la vida diaria. 

“Deberíamos tener la generación de jóvenes más felices que ha pisado la Tierra. Pero hemos creado una generación de insatisfechos” (Cury 2007 – 18). Con ello dejamos de lado la educación de las funciones más importantes de la inteligencia como contemplar lo bello, pensar antes de reaccionar, exponer y no imponer las ideas, administrar los pensamientos, tener espíritu emprendedor. Estamos informando a los jóvenes y no formando su personalidad. Los jóvenes raramente saben pedir perdón ni reconocer sus límites, por supuesto nunca aprenden a colocarse en el lugar del otro.

Como resultado de todo lo anteriormente comentado vemos como enfermedades como la depresión que antiguamente raramente afectaba a los niños, hoy en día se ceba con ellos y se pueden observar muchos niños deprimidos y sin gusto por la vida. No sólo es común detectar adultos estresados, sino también jóvenes y niños con frecuentes dolores de cabeza, gastritis, dolores musculares, sudor excesivo, fatiga constante de tipo emocional. Resultando de todo ello jóvenes que se internan en el mundo de las drogas tratando de encontrar en ellas estímulos rápidos que desencadenen placer instantáneo. Sin embargo los placeres instantáneos de estas destruyen la gallina de los huevos de oro de la emoción, les lleva a envejecer rápidamente respecto a las emociones.



El objetivo de educar en emociones a las nuevas generaciones está en manos de toda la sociedad,
de la demanda de estos contenidos a nuestros políticos,
a nuestras instituciones, a nuestros medios de comunicación. Sin embargo, donde más se puede hacer en este campo es en el ámbito doméstico y en el ámbito privado de cada profesor que imparte materia.








Cada cual es bien capaz de otorgarle un contenido emocional positivo a la convivencia en el mismo espacio vital que sus jóvenes, tanto en casa como en la escuela. No necesitamos de una inclusión institucional en los calendarios escolares, cada cual es bien libre de seguir pautas que hagan de la educación que ofrece una forma de entender las cosas más colorida, personal y humana. Si bien Augusto Cury, en su libro “Padres brillantes, maestros fascinantes” aconseja a los padres y a los profesores sobre cómo llevar a cabo este proceso que culmine en una riqueza emocional en los jóvenes a su cargo, es cuestión de cada persona el leerlas, comprenderlas, interiorizarlas y llevarlas a cabo.




Fuente de información:





Inteligencia Emocional

Psicología general y evolutiva 1º T.S.

VAZQUEZ RZ DE LARREA, Consuelo
BLANCO TEJEDOR, Aarón
CARRACEDO MATA,Andoni



Factores cerebrales y educación emocional



Un breve análisis de la educación emocional en la explicación de dos factores cerebrales implicados en que esta sea efectiva:




Fenómeno RAM

Un fenómeno al que debieran prestar especial atención los padres. El aprendizaje depende del registro diario de de miles de estímulos externos (visuales, auditivos, táctiles) e internos (pensamientos y reacciones emocionales) en las matrices de la memoria.

Anualmente archivamos millones de experiencias, pero a diferencia de lo que ocurre con las computadoras, los registros en nuestra memoria son involuntarios, producidos por el Registro Automático de Memoria (RAM). Todas las imágenes que captamos se registran automáticamente, todos los pensamientos y emociones – negativos y positivos- son registrados involuntariamente por el fenómeno RAM.

El mecanismo psíquico es el siguiente: una experiencia dolorosa se registra automáticamente en el centro de la memoria. De ahí en adelante se lee continuamente, generando miles de pensamientos más que, a su vez, se registran nuevamente creando en el inconsciente las llamadas zonas de conflicto. Lo que se registra nunca se puede borrar, sólo reeditar a través de nuevas experiencias que se escriben sobre las antiguas experiencias. La reedición es un proceso posible pero complicado. La imagen que un hijo ha construido de su padre no se puede borrar, sólo sobrescribir. Construir una imagen excelente establece la riqueza de la relación que un padre tendrá con su hijo.

Otra función importante de la memoria es que las emociones definen la calidad del registro. Todas las experiencias que tienen un alto volumen emocional generan un registro privilegiado. Amor, odio, alegría y angustia provocan un registro intenso.

“Si usted tiene un enemigo, es más conveniente perdonarlo. Hágalo por usted. De otro modo, el fenómeno RAM lo archivará dándole privilegio. Su enemigo dormirá con usted y perturbará su sueño.
[…] Enseñe a sus hijos a hacer del escenario de sus mentes un teatro de alegría y no de terror.
Indúzcalos a perdonar a la gente que le desilusione y explíqueles este mecanismo”. (Goleman 2007 – 27).




Síndrome SPA

Un fenómeno al que deberían prestar especial atención los educadores

Pensar es excelente, pensar mucho es malísimo.
Pensar es excelente, pensar demasiado es terrible.
Quienes piensan demasiado le roban la energía vital a la corteza cerebral y sienten una fatiga excesiva, aun cuando no hayan realizado ejercicio físico.
(Augusto Cury)

Unos párrafos atrás hemos descrito como la sociedad en general y los medios de comunicación como punta de la lanza unidos a la industria del ocio generan en la sociedad centrando en los jóvenes una inmensa cantidad de estímulos sencillos, ya elaborados, fáciles de digerir. A partir de la normalización de los cuales el umbral de placer aumenta por lo que necesitan cada vez más impulsos para sentir un mínimo de satisfacción.

Todo ello desemboca en un Síndrome del Pensamiento Acelerado (SPA), los jóvenes, en busca de algún estímulo placentero han de acceder a decenas de estímulos continuados por lo que aceleran el acceso a los pensamientos que recorren su cerebro. El bombardeo de información que reciben no alcanza a ser elaborada de una manera profunda puesto que cuando comienzan a reflexionar sobre el estímulo emocional que han recibido, desde su fuente de información está recibiendo otro estímulo inmediatamente.

Un niño, para funcionar, se acostumbra a recibir una inmensidad de estímulos y termina por hacerse dependiente de los mismos. Este síndrome se instalaría en su sistema como una especie de hiperactividad cerebral por la cual les resulta imposible gobernar u organizar sus pensamientos.

Este síndrome generado por una ingente cantidad de estímulos tiene decenas de consecuencias tanto psicológicas como físicas, desde un sueño insuficiente irritabilidad, sufrimiento anticipado, olvidos, dificultad para concentrarse, aversión a la rutina hasta dolor de cabeza, dolor muscular, taquicardia y gastritis. La disminución de la memoria se presenta como el efecto más claro. ¿Por qué? Porque nuestro cerebro bloquea la memoria para que penemos menos y gastemos menos energía.

Muchos científicos no se dan cuenta de que el SPA es la causa principal de la crisis educacional en el mundo, en los estudiantes el SPA hace que las teorías educacionales y psicológicas del pasado no funcionen, porque mientras los maestros hablan, los alumnos están agitados, inquietos, desconcentrados y, sobre todo, perdidos en sus propios pensamientos. Para evitar todo ello disminuir el tiempo frente al televisor, y cambiar la niñera electrónica por la posibilidad de establecer vínculos, con personas que puedan enseñar a los niños el valor de la ternura, la generosidad, la tolerancia ante las diferencias, y a ser sensibles al dolor de los otros, es una buena manera de ayudar a pensar con tranquilidad.

Además ayuda a disminuir este pensamiento acelerado, darse el tiempo para conversar con los niños, en una atmósfera calmada, en que las experiencias de los niños se escuchen de modo que puedan razonar, elaborar, esquematizar y organizar sus pensamientos. De esta manera se logrará que la información lo inspire, que en ocasiones lo haga pensar, por ejemplo en cómo mejorar sus relaciones personales y en cómo convertirse en una mejor persona.