“El carácter fundamental de la adolescencia es la inserción del
individuo en la sociedad de los adultos”
(Jean Piaget,
psicólogo suizo 1896-1980)
El adolescente del siglo
XXI está inmerso en una crisis de identidad consigo mismo y con el entorno. Por un lado, tiene problemas para encontrarse a sí mismo, demostrarse independiente y
con un papel en la sociedad y, por otro, para explorar el mundo
exterior y adoptar nuevas formas de pensar y de sentir. En nuestra cultura
occidental el joven requiere grandes períodos
de preparación hasta incorporarse al mundo laboral y se mantienen en un período
de moratoria en el que no se es un niño pero tampoco se es un adulto y no encaja
bien en ninguno de los dos mundo. Nuestros adolescentes viven en esta etapa de una forma indefinida,
angustiados, intentando resolver multitud de problemas y buscando su lugar, es decir,
buscando su identidad.
Salir del nido, acabar los estudios, encontrar trabajo, independizarse,... dar los pasos que hacen que una persona traspase la línea entre juventud y madurez nunca ha sido fácil pero en estos momentos de crisis aún es más difícil porque también los jóvenes entre 18 y 30 años, la sufren. Nuestro jóvenes están en crisis y la adolescencia es ahora, tal y como afirma Castells (2009), "una edad dilatada e indefinida con una incorporación laboral, una escolarización y una especialización demasiado tardías".
En la era de la globalización, "la etapa de adolescencia ha
perdido su característica definitoria de transitoriedad y ha tomado el rumbo de
una juventud social prolongada, postergándose
su progreso hacia la condición de adulto" (Gidenns, 2000).
- Se encuentran inmersos en una sociedad abocada al consumismo, a la búsqueda del bienestar y a la evitación de lo incómodo dónde el acceso a la plena inserción laboral se ralentiza muchísimo, surgen nuevas ocupaciones del tiempo libre vinculadas a formas colectivas programadas de evasión y hay una inmersión en un mundo digitalizado dónde el adolescente fomenta la comunicación interpersonal a través de "cyberintermediarios", tecnificándose así sus vínculos relacionales.
- Los ritos de paso propios de la cultura juvenil, que marcan el tránsito a la vida adulta, han ido multiplicándose y disolviéndose, siendo cada vez más inespecíficos, siempre marcados por el grupo de iguales y de una profunda resistencia a la tradición.
- Proliferan los obstáculos u omisiones de las condiciones facilitadoras que podrían satisfacer las necesidades de emancipación social. Los jóvenes demandan una plena inserción a través del trabajo en un mundo en el que la inestabilidad y la movilidad laboral, el rediseño de los puestos de trabajo o la demanda de profesionales pueden conducir a una persistente sensación de incertidumbre psicosociológica.
- En estas circunstancias la adolescencia podría definirse como "un período de vitalidad, efervescencia, ilusión, tristeza y hasta desesperación donde la ropa que se lleva, las modas y los efímeros mitos cobran un valor inusitados" (Urra, 2002).
Para el adolescente tardío los tiempos han dejado de ser cronológicos, ya que durante la pubertad social el reloj biológico cede el paso al cronómetro social. Si bien la juventud no es una cuestión de tiempo, sino de condición social, lo cierto es que los vínculos interpersonales y apoyos sociales son un asidero en tiempos de inseguridades. Cambia también la ocupación de los tiempos virtuales de la Generación@ descrita por Feixa (2003). En los tiempos actuales los adolescentes contemporáneos experimentan sentimientos de decepción, aunque se enmascaren bajo una apariencia de conformidad y disfrute superficial en forma de consumo o de ocio juvenil de fin de semana, como si de un intento de adaptación no traumática a una realidad que se intenta simular se tratara.
Los adolescentes en su período de definición personal necesitan referencias y referentes, acciones simbólicas e iconos, valores y significados atribuidos, etc, que en condiciones de inestabilidad, actúen como elementos que contribuyan a dar sentido a sus búsquedas pero vivimos en unas condiciones en la que se asiste al debilitamiento de los sistemas referenciales y donde se ponen en cuestión ciertas verdades asumidas como tales, en donde se diluye y reconstituye cada vez en más instancias legitimadas (familia, escuela, grupos de pertenencia y referencia, medios de comunicación, etc.) el poder socializador/normalizador y en las que se siguen necesitando certidumbres y apoyos en un sistema y entorno referencial en aparente agudización de sus crisis.
Los adolescentes en su período de definición personal necesitan referencias y referentes, acciones simbólicas e iconos, valores y significados atribuidos, etc, que en condiciones de inestabilidad, actúen como elementos que contribuyan a dar sentido a sus búsquedas pero vivimos en unas condiciones en la que se asiste al debilitamiento de los sistemas referenciales y donde se ponen en cuestión ciertas verdades asumidas como tales, en donde se diluye y reconstituye cada vez en más instancias legitimadas (familia, escuela, grupos de pertenencia y referencia, medios de comunicación, etc.) el poder socializador/normalizador y en las que se siguen necesitando certidumbres y apoyos en un sistema y entorno referencial en aparente agudización de sus crisis.
¿Tiene sentido seguir hablando de la juventud como una etapa de transición? Este invento de hace un siglo de la etapa de la adolescencia como "un periodo juvenil dedicado a la formación y al ocio" empieza a no tener sentido cuando los ritos de paso son remplazados por ritos de “impasse” (sin salida) y las etapas de transición se convierten en etapas intransitivas, cuando los jóvenes siguen en casa de sus padres pasados los 30, se incorporan al trabajo a ritmos discontinuos, están obligados a reciclarse toda la vida e inventan nuevas culturas juveniles que empiezan a ser transgeneracionales.
El joven contemporáneo no emigra hacia la condición de adulto en el tiempo en que la naturaleza social parecía dictar como conveniente, sino que permanece en un tiempo de conflictos y en una tierra de nadie. O bien se angustia ante esta necesidad de ubicación que se va dilatando, o bien se adapta haciendo uso de mecanismos distractores, son dos ejemplos:
- El mal del desánimo de Alícia: con esta etiqueta se podría designar a aquellos jóvenes que quieren madurar y que viven su tiempo de espera como púberes sociales. Se alude a la sensación de desesperanza ante uno mismo en un mundo cambiante, con reglas absurdas y rígidas, que mutan vertiginosamente (como en el País de las Maravillas). Se vive en perpetuo estado de adolescente del que al joven le interesa salir, aunque se pierde en un laberinto donde los caminos no parecen conducir a ninguna parte (como en el diálogo de Alicia y el Gato). Y por el acceso incompleto a posiciones sociales entre la madurez biológica y la social el post-adolescente se siente en un cuerpo social de púber mientras tiene un cuerpo físico de adulto.
- El mal de Peter Pan, esto es, el diagnóstico de jóvenes que no quieren madurar y vivir como adultos. Se les acusa de su propia situación de ambivalencia y se apela a su disposición acomodaticia. Los etiquetados así suelen (re)crean su mundo de ilusiones, como en el cuento, en el que la diversión y los destellos fulgurantes parecen no tener fin. Se inventan sus propias necesidades y se afanan en satisfacerlas para lo que cuentan con suficientes formas de distracción. No desean un regreso al futuro, sino que el tiempo parezca detenerse, de modo que se desea permanecer en un estado de eterna adolescencia (auto)impuesta.
En fin, la sabiduría popular señala que "cada cosa tiene su tiempo", de modo que cuando algo se prolonga por encima de su "tiempo natural" puede convertirse en cautivo del mismo.
Y ¿cual es el papel de los educadores y de los padres? ¿cómo educar a una
generación que se prevé sin futuro?
"No está dentro de las posibilidades de los docentes dotar a la juventud de un futuro mejor, pero sí que lo está el luchar cada día para que estos no caigan en el desánimo, en la desesperación, en el pasotismo absoluto y dotarles de las herramientas necesarias para que tengan espíritu crítico ante una sociedad que no funciona" (Salvador Rodríguez Ojaos)
En El blog de Salvaroj (pincha aquí si quieres) encontrarás muy buenas reflexiones sobrela Educación en estos tiempos de crisis.
"No está dentro de las posibilidades de los docentes dotar a la juventud de un futuro mejor, pero sí que lo está el luchar cada día para que estos no caigan en el desánimo, en la desesperación, en el pasotismo absoluto y dotarles de las herramientas necesarias para que tengan espíritu crítico ante una sociedad que no funciona" (Salvador Rodríguez Ojaos)
En El blog de Salvaroj (pincha aquí si quieres) encontrarás muy buenas reflexiones sobre
Fuentes de información:
El blog de Salvaroj,
Giddens’
globalization: Exploring dynamic implications
http://www.systemdynamics.org/conferences/2009/proceed/papers/P1072.pdf
Juan Manuel Iranzo. Anthony Giddens. Un mundo desbocado. Los efectos de la globalización en nuestras vidas
Madrid, Taurus, 2000. (e.o. 1999)
Juan Manuel Iranzo. Anthony Giddens. Un mundo desbocado. Los efectos de la globalización en nuestras vidas
Madrid, Taurus, 2000. (e.o. 1999)
Subculturas juveniles:
identidad, idolatrías y nuevas tendencias
Carles Feixa (Lleida, 1962),
doctor en Antropología Social por la Universidad de Barcelona y honoris causa por la
de Manizales (Colombia)
María de la Villa Moral Jiménez y Anastasio Ovejero Bernal
Jóvenes, globalización y postmodernidad:crisis de la adolescencia social en una sociedad en crisis.
lo que entendi de la lectura la crisis la edentidad de los adoscententes en el siglo XXI la adolescencia es un continuo de crecimiento de la existencia de los jóvenes y/o adolescente, en donde se realiza la transición entre el infante o niño de edad escolar y el adulto. Esta transición de cuerpo y mente, proviene no solamente de sí mismo, sino que se conjuga con su entorno, el cual es trascendental para que los grandes cambios psicológicos que se produce en el individuo lo hagan llegar a la edad adulta. La adolescencia es un fenómeno biológico, cultural y social, por lo tanto sus límites no se asocian solamente a características físicas.
ResponderEliminarGracias por tu aportación, Alicia Monserrat.
ResponderEliminarUn saludo,
Arancha.
El texto marca a los adolescentes como personas con crisis de identidad y que por ello necesita grandes periodos de preparacion para que el pueda relacionarse al mundo laboral.
ResponderEliminarSiento que el texto solo maneja la adolescencia como la etapa con demaciados problemas.
Nos marca dos mecanismos de adaptacion el mal de Alicia y el de Peter Pan que creo son muy ciertos y la conclusion abre muchas interrogantes para mí.
Stephany, muchas gracias por tu aportación.
EliminarCon este artículo pretendo informar y hacer reflexionar sobre distintos aspectos en la formación de la identidad en los adolescentes.
La adolescencia es una etapa maravillosa y lo podrás comprobar leyendo muchos de los otros artículos de este blog.
Con respecto a este tema de la identidad del adolescente actual, tenemos que reflexionar y todos: familia, educadores y sociedad.
Un saludo,
Arancha.
Es de vital importancia resaltar la moratoria, a la que hace mención la autora del articulo, debido a que el adolescente esta en constante búsqueda de su identidad y se ve arrastrado por los estereotipos.
ResponderEliminarLa transición en esta etapa es una de las mas complicadas y que no esta definida por una edad cronologica pues depende del contexto, como para algunos puede ser muy larga para otros es corta o inexistente.
sorprende el hecho de que deja de ser una etapa transitoria y se vuelve una etapa estacionaria y esto se ve reflejado en el ejemplo del joven de 30 años que sigue en casa de sus padres.
Finalmente concuerdo con la autora en el hecho de que si bien, no somos responsables directos de estos problemas en el adolescente,tenemos la oportunidad de encaminarlos para que encuentren su identidad.
Gracias Alberto,
Eliminarpor tu aportación.
Un saludo,
Arancha.
Las moratorias son parte fundamental de la etapa adolescente para formar una identidad, que se va a componer de valores principios y de los padres y de la sociedad en la que se vive, sin dejar de lado que la formación inicial va a repercutir directamente en la autonomía emocional y de valores que el adolescente se forme en un futuro como persona adulta.
ResponderEliminarGracias por la aportación,
Eliminarun saludo.
Arancha
Interesante artículo. Lo compartiré con mis estudiantes de licenciatura. Muchas gracias.
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