Una tomografía por emisión de positrones (TEP) muestra cómo están funcionando los órganos y tejidos.
Se diferencia de la resonancia magnética (MRI) y tomografía computarizada (CT). Estos exámenes muestran la estructura y el flujo de sangre hacia y desde los órganos. Regularmente se utilizan las máquinas que combinan TEP con las imágenes de la TC, se llaman TEP/TC.
El
método de Tomografía por Emisión de Positrones (TEP) permite determinar el
nivel de actividad metabólica de cada zona del cerebro, dado que dicho
metabolismo se incrementa en las regiones con mayor actividad neuronal. Esta
técnica aprovecha la necesidad de los tejidos de determinadas sustancias
químicas como el oxígeno, el hidrógeno o la glucosa.
Se marca radiactivamente
una de estas sustancias y se inyecta en sangre para conseguir que quede fijada
al tejido que la consuma. Una vez fijada, los átomos inestables del isótopo
liberan positrones que se aniquilan al contactar con electrones de otros átomos
circundantes. Dicho proceso de aniquilación genera dos fotones que se desplazan
a la misma velocidad pero en sentido opuesto. El tomógrafo detecta los fotones
y así es capaz de mapear el origen del proceso de aniquilación protón-electrón
y estimar la localización del proceso metabólico de interés. Algunos
de los trazadores radiactivos más empleados en esta técnica son: carbono 11,
nitrógeno 13, oxígeno 15 o flúor 18.
La
técnica TEP permite realizar estudios sobre flujo sanguíneo regional,
transporte de sustancias a través de las membranas, mapeo de proyecciones
axonales, medidas de plasticidad neuronal, o el estudio de la acción de una
sustancia química en los diferentes subsistemas
del cerebro (por ejemplo, el estudio de una droga). Otro ejemplo de utilización de la técnica pero con finalidad cognitiva es conocer
las regiones del cerebro implicadas en el procesamiento de las palabras.
La ventaja de la TEP es su capacidad de cuantificar
los receptores de neurotransmisores y visualizar los sitios de acción de los
fármacos, además de que la medición de la metabolización de la glucosa
cerebral y el flujo sanguíneo cerebral regional se pueden utilizar para
estudiar la actividad del cerebro en reposo o para mapear la activación
cerebral durante tareas cognoscitivas y motoras. Dos
inconvenientes de esta técnica, la baja resolución temporal y alta
invasividad.
Más
información:
Maestú,
F., Ríos-Lago, M. y Cabestrero, R. (2008). Neuroimagen Funcional y Cognición.
Barcelona: Masson-Elsevier.
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