jueves, 16 de agosto de 2018

Amígdala, aprendizaje emocional y memoria emocional implícita








El procesamiento cerebral de las emociones implica en gran parte procesos implícitos que se producen sin necesidad de que el sujeto sea consciente. Estos procesos están mediados por estructuras subcorticales del sistema límbico, principalmente, la amígdala.

La amígdala es un voluminoso complejo de núcleos situado ventralmente al claustro. El claustro es una delgada y extensa lámina que se extiende en la profundidad del lóbulo de la ínsula. 

La amígdala tiene forma de almendra y se sitúa por delante del hipocampo y del cuerno temporal del ventrículo lateral. En la amígdala se identifican tres grupos de núcleos: central, corticomedial y basolateral. 

Está implicada en una amplia gama de funciones emocionales (conductas sexuales, el miedo y conductas aversivas) y aspectos relacionados con estas funciones del aprendizaje, la motivación y la memoria. Además, participa en diversas funciones cognitivas (atención, percepción, memoria explícita) para lo cual actúa también en el procesamiento del significado emocional de los estímulos sensoriales. Estos papeles guardan relación con las densas conexiones que establece la amígdala a través de la estría terminal y la vía amigdalofuga ventral con el telencéfalo basal y las estructuras olfatorias, el hipotálamo y el tronco del encéfalo, los núcleos de la línea media y dorsomediano y con amplias regiones corticales (corteza frontal, cingular, temporal e insular) y, la formación hipocámpica.

El paradigma experimental utilizado para el estudio de la amígdala es el del miedo condicionado. El aprendizaje del miedo condicionado tiene un alto valor adaptativo porque previene de un peligro y activa los mecanismos de alarma para hacerle frente. Las reacciones al estímulo condicionado de miedo son similares a las de un estímulo peligroso natural: Conductas de defensa (paralización y aumento de reflejos), activación del sistema autónomo (incremento del ritmo cardíaco y la presión sanguínea) y liberación de hormonas del estrés en el eje hipofisiario-adrenal. Esto indica que la amígdala está implicada en la asignación de un significado emocional negativo como el miedo a estímulos inicialmente neutros. Un aspecto importante de este aprendizaje emocional es que no requiere la participación de la neocorteza, ya que depende de una vía subcortical que transmite información sensorial directamente desde el tálamo a la amígdala.

Las investigaciones han demostrado que la amígdala participa en el condicionamiento del miedo en humanos. Pero además, han aportado información importante sobre el tipo de aprendizaje emocional que realiza, poniendo de manifiesto que es de carácter implícito, es decir, en el que no interviene la consciencia. Al participar en el aprendizaje del miedo, la amígdala es una estructura fundamental para la formación de memorias emocionales. Lo relevante en este sentido es que son memorias implícitas, no declarativas, que actúan de una forma automática sin que se tenga consciencia de ello. Estas memorias emocionales implícitas pueden explicar el hecho frecuente en los humanos de sentir miedo en situaciones concretas sin saber porqué está producido.

Mientras que la amígdala está implicada en la memoria emocional implícita, el hipocampo es la estructura clave para la formación de las memorias declarativas o explícitas (recuerdo consciente de acontecimientos). Es un hecho constatado que los recuerdos de situaciones emocionales son mucho más fuertes y resisten más el olvido que los de acontecimientos que no han tenido importancia para el sujeto. Esto es así porque, aunque no participa directamente en la memoria declarativa, la amígdala modula la actividad del hipocampo. En situaciones emocionales, la amígdala incrementa la activación del cerebro y este incremento afecta al hipocampo, facilitando la consolidación de los recuerdos emocionales explícitos. Este papel modulador de la amígdala recibe apoyo de los estudios de neuroimagen funcional en humanos donde se muestra que la actividad de la amígdala durante la presentación de estímulos emocionales correlaciona con el recuerdo explícito posterior de esos estímulos.

Para finalizar, destacar que la amígdala participa no solo en la identificación de expresiones faciales emocionales sino también en expresiones negativas como la rabia y tristeza; y en expresiones positivas como las de alegría (Sergerie y cols, 2008).

Lectura recomendada:

Neurosci Biobehav Rev. 2008;32(4):811-30. doi: 10.1016/j.neubiorev.2007.12.002. Epub 2008 Jan 17.
The role of the amygdala in emotional processing: a quantitative meta-analysis of functional neuroimaging studies.
Sergerie KChochol CArmony JL




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