Un nuevo estudio liderado por el Instituto de Ciencia y
Tecnología de Alimentos y Nutrición (ICTAN) del CSIC demuestra que
ciertos hábitos saludables como comer más de cuatro veces al día en comidas
estructuradas o mantener una velocidad adecuada durante ellas se relacionan con
una menor cantidad de grasa corporal, independientemente de la actividad física
que se realice durante el tiempo libre.
Los datos de la grasa se
obtuvieron a través de la suma de seis pliegues cutáneos y de la circunferencia
de la cintura de 1.978 adolescentes (1.017 chicas) entre 13 y 18 años
procedentes de cinco ciudades españolas (Granada, Madrid, Murcia, Santander y
Zaragoza). También se evaluó el papel de la actividad física en el tiempo libre
sobre la grasa.
“Para dilucidar cuál es el
efecto sobre la obesidad de los hábitos dietéticos es necesario estudiarlos en
conjunto con otros hábitos de vida como la actividad física”, explica a SINC
Sonia Gómez Martínez, primera autora del trabajo e investigadora en el
departamento de Metabolismo y Nutrición del ICTAN.
Los chicos medían y pesaban
más, además de poseer un mayor perímetro de la cintura y de comer más rápido
durante las comidas. Sin embargo, según el estudio publicado en elJournal of
Adolescent Health, la grasa acumulada era menor en ellos.
Asimismo los autores
observaron como la influencia benéfica que el consumo del desayuno diario tiene
sobre la obesidad puede ser especialmente relevante en los adolescentes varones
que no practican ninguna actividad física, ya que los que se saltaban esta
comida mostraban los valores de grasa corporal más altos.
Sin embargo, solo el 18,5% de los chicos no practicaba ningún tipo de deporte, frente al 48,5% de las chicas.
La maduración sexual y el
aumento de talla y peso son las características que marcan las necesidades
nutricionales de los adolescentes, que durante esta etapa aumentan
aproximadamente el 20% de la altura que tendrán como adulto y el 50% de su masa
muscular y ósea.
Estos procesos requieren una
elevada cantidad de energía y nutrientes, de ahí que la alimentación deba estar
diseñada para cubrir el gasto que se origina. Durante la adolescencia, son tres
los minerales que tienen especial importancia: el calcio, el hierro y el zinc.
Mientras que el calcio es
fundamental en el crecimiento de la masa ósea, el hierro interviene en el
desarrollo de tejidos hemáticos (los glóbulos rojos) y del tejido muscular, y
el zinc en el desarrollo de la masa ósea y muscular. También está relacionado
con crecimiento del cabello y uñas.
Entre las recomendaciones
diarias para la alimentación de los adolescentes está el tomar tres o cuatro
tazas de leche o yogur para aportar calcio, vitamina D y riboflavina; cinco o
más raciones de frutas o verduras; dos porciones de alimentos proteínicos
magros; de seis a once porciones de cereales, pasta, arroz y patata; y pequeñas
cantidades de alimentos ricos en grasa y en azúcar.
Por: Aránzazu Ibáñez
Fuente de información:
Sonia Gómez-Martínez, David
Martínez-Gómez, Fátima Pérez de Heredia, Javier Romeo, Magdalena Cuenca-Garcia,
Miguel Martín-Matillas, Manuel Castillo, Juan-Pablo Rey-López, Germán
Vicente-Rodriguez, Luis Moreno y Ascensión Marcos. “Eating Habits and Total and Abdominal Fat in
Spanish Adolescents: Influence of Physical Activity. The AVENA Study”.Journal of Adolescent Health 50 (2012) 403–409.