" Debe evitarse hablar a los jóvenes del éxito como si se tratase del principal objetivo en la vida. La razón más importante para trabajar en la escuela y en la vida es el placer de trabajar, el placer de su resultado y el conocimiento del valor del resultado para la comunidad."
Son palabras de Albert Einstein, un gran genio que tuvó sus fracasos:
Albert Einstein no habló hasta los cuatro años y no leyó hasta los siete. Su maestra lo describió como mentalmente lento, insociable y encerrado siempre en sueños tontos. Lo expulsaron y no lo dejaron ingresar en la Escuela Politécnica de Zurich. Luego, en 1905, la Universidad de Berna rechazó una tesis doctoral por considerarla irrelevante y fantasiosa.
El principal objetivo de la escuela debe radicar en "enseñar a vivir" al alumnado, facilitando su integración en el mundo. Para alcanzar esta meta, la enseñanza debe fomentar valores individuales, grupales y el trabajo en equipo, mucho más fructífero y enriquecedor.
Ésta ha de ser la meta que guíe nuestros pasos dentro del aula, independientemente de la materia que impartamos, pues a la escuela se le encomienda la ardua y gratificante tarea de enseñar a vivir en los difíciles tiempos que corren. De ahí la necesidad de conectar las distintas áreas con la vida cotidiana y con el tiempo presente.
Uno de los errores que se cometen con frecuencia en la escuela, quizás de forma inconsciente, es la potenciación del individualismo a través del fomento de la competitividad, algo que repercute negativamente en el ambiente de convivencia provocando envidias, deseos fallidos y enemistades dentro del grupo-clase.
Todo buen docente ha de partir de la convicción de que, al mismo tiempo que enseña, aprende y, por tanto, ejerce como un excelente profesor y un aventajado estudiante, ya que la tarea de aprender nunca toca su fin, pues se prolonga indefinidamente.
Por: Aránzazu Ibáñez
Por: Aránzazu Ibáñez
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