Un estudio publicado este mes de enero
en la revista ‘PLoS One’ por
investigadores de la Republica China muestra que el Desorden de Adicción a
Internet, que padecen un número cada vez mayor de adolescentes en todo el
mundo, afecta a la microestructura cerebral, concretamente a las fibras de la
sustancia blanca que conectan diversas áreas del cerebro.
En el estudio analizan el cerebro de 17
jóvenes con este trastorno y encuentran que las áreas afectadas se corresponden
con los factores psicosociales que caracterizan esta adicción y que han sido
medidos por test: desequilibrios emocionales como ansiedad, falta de atención,
problemas en la toma de decisiones, dificultades cognitivas y también en la
relación con los demás.
Por el contrario, los 16 jóvenes
voluntarios para el estudio que no padecen este trastorno, presentan una
estructura cerebral acorde a su edad y no padecen alteraciones destructivas de
las fibras.
¿Qué significa la alteración de la sustancia blanca?
El cerebro es un órgano que madura con el tiempo. De ahí
que muchos adolescentes, en pleno desarrollo físico y emocional, sean definidos
como “inmaduros”. La maduración consiste en transformar la materia gris, de la
que está constituido el cerebro al principio de la juventud, en materia blanca.
Y lo hace siguiendo una onda de maduración que avanza cronológicamente desde la
nuca hasta la frente.
De esta forma, aproximadamente de los 8
a los 18 años la sustancia gris se va convirtiendo en sustancia blanca, como
una onda que alcanza en los distintos momentos del desarrollo las diferentes
áreas del cerebro. Al mismo tiempo que ocurre este proceso, se perfeccionan las
facultades cognitivas, la capacidad de estudio, lectura, memoria, etc. Y
finalmente la onda de maduración alcanza la corteza prefrontal implicada en el
control de los impulsos, el juicio y la toma de decisiones, que es la última en
madurar. Así, se ha llegado a establecer un patrón universal del desarrollo
arquitectónico y funcional del cerebro en función de la edad cronológica…
¿Qué es la materia
gris? ¿Y la materia blanca?
La materia gris está formada por las
neuronas, que desarrollan sus conexiones produciendo múltiples ramificaciones
-dendritas y axones- en busca de otras con las que conectar para conducir y
procesar la información. Al final de la infancia, el cerebro alcanza su máximo
tamaño. Después permanece constante, pero cambia su estructura.
En la adolescencia, que es un momento
crucial para la maduración de la personalidad, el cerebro se reordena: Unas
áreas crecen, otras se reducen mediante una especie de poda de las
ramificaciones eliminando lo superfluo, y otras se reorganizan. Se
modelan así las conexiones entre neuronas en la llamada sinapsis. Y al mismo
tiempo se van protegiendo los axones con una funda de mielina que hace que la
información fluya a gran velocidad. Poco a poco estas terminaciones se van
uniendo a otras formando fibras y fascículos.
Podría decirse que la materia blanca es
nuestro mapa cerebral. Si las fibras se destruyen o se lesionan, el
procesamiento y transmisión de la información en nuestro cerebro también se
daña, lo que origina los desequilibrios emocionales y cognitivos detallados al
inicio.
¿Tiene solución?
El artículo que recoge esta
investigación dirigida por Hao Lei apunta a la posibilidad de un
tratamiento con fármacos que empiezan a usarse hoy para tratar lesiones
cerebrales, ya que reconstruyen alteraciones de la funda de mielina de los
axones de las neuronas, que son los que forman las fibras al reunirse. Sin
embargo, no se conoce por ahora cómo recuperar ese esqueleto del cerebro,
afectado por la adicción, que necesariamente se construye durante la
adolescencia.
Las medidas deben de tomarse antes de
que ocurra el enganche fatídico. Y apelar también a la responsabilidad. Por
joven que uno sea debe ser consciente de su propia capacidad para decir “no”
cuando un juego de rol en Internet empieza a hacerse omnipresente en su cabeza.
Con los adolescentes hay que pactar los límites del uso dándoles información
veraz.
La adicción a los juegos como cualquier
otra adicción supone una alteración patológica del sistema de recompensa. Llega
a ser una necesidad el placer ligado al juego, como se llega a necesitar el
generado por las sustancias adictivas, o a las compras compulsivas. En el caso
de los juegos de rol en Internet la persona, casi siempre con baja autoestima, participa
en algo con otros que lo estiman y valoran por lo que hace en el juego. Y así,
su personalidad o múltiples identidades van ganando terreno en la red mientras
que va perdiendo protagonismo en lo social y en lo familiar. Así, el adicto es
incapaz de dejar de jugar sabiendo que los otros están ahí…
Lógicamente la trampa de la adicción, en
este caso a las redes sociales, atrapa con mayor facilidad a los adolescentes,
quienes por edad tienen aún el cerebro en maduración.