Daniel Goleman, es un psicólogo de gran fama mundial a raíz de la publicación de su libro Emotional Intelligence (en español Inteligencia emocional) en 1995. Goleman da una gran importancia a la conciencia emocional, ya que constituye una competencia personal que determina el modo en que el
sujeto se relaciona consigo mismo, y a la vez está influida por el factor
social.
La autoconciencia, es decir, llegar a combinar el
pensamiento y las emociones, comienza en edades muy tempranas y parece que
puede desarrollarse debido al poder de la imaginación, que permite experimentar
estados emocionales ficticios o situarlos en personajes inventados, reuniendo
gran cantidad de experiencia sobre lo emocional (Harris, 1992). Y el desarrollo y comprensión de las emociones en los niños es
un proceso continuo y gradual de aprendizaje que va de las emociones simples a
las más complejas. Los niños y adolescentes van cambiando sus estrategias para
poder hacer frente a las distintas experiencias a través del control de las
emociones, se enfrentan mejor a sus emociones a medida que va
comprendiendo sus causas.
Para conseguir una adecuada educación emocional hay cierta unanimidad en que las cinco habilidades que conforman la inteligencia
emocional- según Goleman (1995)- deben ser fomentadas y desarrolladas lo más
intensamente posibles y desde la más temprana adolescencia (Brockert y Braun,
1997). Estas habilidades son:
- Conciencia emocional: es decir, ser consciente de
uno mismo, conocer la propia existencia y, sobre todo, el propio sentido de
vida, lo que a su vez es fundamental para el autocontrol.
- Autocontrol o regulación de las emociones:
significa la capacidad para saber manejar ampliamente los propios sentimientos,
los estados de ánimo, evitando caer en el nerviosismo y sabiendo permanecer
tranquilo para poder afrontar los sentimientos de miedo y las situaciones de
riesgo y para recuperarse rápidamente de los sentimiento negativos.
- Motivación, que está muy unida a las emociones y
surge del autocontrol, significa ser aplicado, ser consciente, perseverante,
tener resistencia ante las frustraciones.
- Empatía, o capacidad de ponerse en el lugar de
la otra persona, significa comprender las emociones de los demás, entender lo
que otras personas sienten, sentir con las otras personas.
- Habilidad social: hace referencia a entenderse
con los demás, orientarse hacia los otros, no ser un mero observador de los
demás sino hacer algo en común con ellos, sentir alegría de estar entre la
gente, colaborar, ayudar, pertenecer a un grupo.
La educación emocional surge como una respuesta educativa a
una serie de necesidades que se dan en la sociedad actual: ansiedad, depresión,
problemas de disciplina, violencia, drogadicción, trastornos de alimentación,
etc (Álvarez et al., 2000). Investigaciones sobre esta temática han demostrado
cómo el “anafabetismo emocional” tiene efectos muy negativos sobre las personas
y sobre la sociedad (Goleman, 1995).
La importancia del control y la regulación de las emociones surge, también, de la necesidad que tiene el ser humano de no dejarse llevar
por los impulsos emocionales, ya que lo contrario tendría consecuencias muy negativas
tanto a nivel personal como social. Además, todas las personas necesitan
sentirse seguras emocionalmente, es decir, tener sentimientos de bienestar y
estabilidad emocional. El factor emocional se considera como un elemento muy
importante en la prevención y/o desarrollo de algunas enfermedades: se está
demostrando que emociones negativas como la ira, el miedo, el estrés, la
depresión, etc. Tienen un efecto directo sobre la salud (Perea, 2002).
Para Shapiro (1997), el término inteligencia emocional se
identifica con cualidades emocionales necesarias para el logro del éxito, entre
las cuales se pueden incluir: la empatía, la expresión y la compresión de los
sentimientos, el control del genio, la independencia, la capacidad de
adaptación, la simpatía, la capacidad de resolver problemas en forma
interpersonal, la persistencia, la concordialidad, la amabilidad y el respeto.
Cooper y Sawaf (1997) definen la inteligencia emocional como
la aptitud para captar, entender y aplicar eficazmente la fuerza y la
perspicacia de las emociones en tanto que fuente de energía humana, información
de relaciones e influencias.
La inteligencia emocional se puede entender desde dos
enfoques: capacidad cognitiva vinculada al ámbito de la inteligencia y la
referida al ámbito de la personalidad como conjunto integrado de disposiciones
o tendencias de comportamiento, tales como asertividad, optimismo, baja
impulsividad, sociabilidad,…
Y, además, la inteligencia emocional según Cooper y Sawaf (1997) está
integrada por cuatro elementos básicos:
- La
alfabetización emocional. Consiste en ser consciente de nuestras
emociones, canalizar y transferir la energía emocional con un empuje que
nos aporte lo que podría denominarse “pasión” creadora y solucionadora. En
este aspecto, una de las ideas clave es la del “feed-back” emocional, que
se expresa como la forma de gestionar nuestras emociones.
- La
agilidad emocional. Se manifiesta en una doble vertiente: a) ofrecer a los
demás un grado de confianza que facilite las relaciones con otros y la
comunicación empática al tener conciencia de los sentimientos y emociones;
y b) obtener una capacidad de flexibilidad y renovación para solucionar
problemas y hacer frente, de manera adecuada, a las necesidades.
- La
profundidad emocional. Este elemento está relacionado con la ética y moral
personal. Todos tenemos motivaciones y reflexionamos sobre nuestras
aspiraciones, es nuestro potencial e intención individual. Para alcanzarlo
es necesario poner esfuerzo, responsabilidad y conciencia. Aquí es donde
interviene la moral y la ética personal en las formas que tenemos
habitualmente de actuar.
- La
alquimia emocional. Se manifiesta en una gran variedad de situaciones (ser
capaz de aceptar el reto, trabajar con lucidez y atención, aplicar nuestra
intuición a la creatividad y a lo imaginativo). Es lo que se conoce como
“flujo intuitivo”, que hace que, a veces, seamos capaces de experimentar
con más plenitud un punto determinado del tiempo y conectar con nuestros
sentimientos de forma eficaz, agudizando nuestra intuición, nuestros instintos;
nuestro empeño se pone al servicio de la innovación y nuestras emociones y
pensamientos no quedan atrapados en el tiempo, sino que tienen una
proyección.
Para finalizar, Gallego
et al. (1999, pp. 28-29) destacan una amplia serie de habilidades que se
encuentran en la teoría de la inteligencia emocional y las presentan
agrupadas en tres ámbitos:
Habilidades emocionales
- Reconocer
los propios sentimientos: identificarlos, etiquetarlos y expresarlos.
- Controlar
los sentimientos y evaluar su intensidad.
- Ser
conscientes de si una decisión está determinada por los pensamientos o por
los sentimientos.
- Controlar
las emociones, comprendiendo lo subyacente a su sentimiento.
- Aprender
formas de controlar los sentimientos.
Habilidades cognitivas
- Comprender
los sentimientos de los demás, respetar las diferencias individuales.
- Saber
leer e interpretar los indicadores sociales.
- Asumir
toda la responsabilidad de las propias decisiones y acciones.
- Considerar
las consecuencias de las distintas alternativas posibles.
- Dividir
en fases el proceso de toma de decisiones y de resolución de problemas.
- Reconocer
las propias debilidades y fortalezas.
- Mantener
una actitud positiva ante la vida con un fuerte componente afectivo.
- Desarrollar
esperanzas realistas de uno mismo.
- Adiestrarse
en la cooperación, la resolución de conflictos y la negociación de
compromisos.
- Saber
distinguir entre las situaciones en que alguien es realmente hostil y
aquéllas en las que la hostilidad proviene de uno mismo.
- Ante
una situación de conflicto, pararse a describir la situación y cómo se
hace sentir, determinar las opciones de que se dispone para resolver el
problema y cuáles serían sus posibles consecuencias, tomar una decisión y
llevarlas a cabo.
Habilidades conductuales
- Resistir las influencias negativas.
- Escuchar a los demás.
- Participar en grupos positivos de compañeros.
- Responder eficazmente a la crítica.
- Comunicarse con los demás a través de otros
canales no verbales, gestos, tono de voz, expresión facial, etc.
Fuente de información:
IMPORTANCIA DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL: UN NUEVO RETO PARA LA ORIENTACIÓN EDUCATIVA
María Luisa Dueñas Buey
Universidad Nacional de Educación a Distancia
MADRID