Se destacan tres hallazgos con una sólida base de investigación que los respalda:
1. Los
estudiantes llegan al aula con concepciones previas acerca de cómo funciona el
mundo.
Si no se incorpora
al estudio esta comprensión inicial, es posible que ellos no asimilen los
nuevos conceptos e información
que se les están enseñando; o puede suceder que los aprendan para responder un
examen, pero que,
fuera del aula, regresen a sus concepciones previas.
2. Para
desarrollar la competencia en un área de investigación, los estudiantes deben:
(a) tener una base profunda
de saberes factuales;
(b) comprender hechos e ideas en el contexto de un marco
conceptual; y
(c)
organizar los saberes en formas que faciliten el acceso a ellos y su
aplicación.
3. Un
enfoque “metacognitivo” de la instrucción puede ayudar a los estudiantes a
aprender a asumir el control
de su propio aprendizaje, por medio de la definición de metas, y de la
permanente vigilancia de su progreso
hacia el logro de ellas.
Los tres principios
fundamentales del aprendizaje anteriormente descritos, aunque parecen
sencillos, tienen profundas implicaciones para la
empresa de enseñar y formar maestros.
1. Los
maestros deben informarse de las concepciones preexistentes que los estudiantes
traen al aula, y trabajar con ellas.
Esto
requiere que se reemplace el modelo que se tiene del niño
como una vasija vacía que debe llenarse con conocimientos impartidos por el maestro.
2. Los
maestros deben enseñar alguna materia académica en profundidad, ofreciendo
muchos ejemplos en los que opera el mismo
concepto y proporcionando una sólida base de conocimientos factuales.
Esto requiere que se cambie, de un cubrimiento superficial de
todos los temas de una materia, a un cubrimiento en profundidad de menos temas que permita
la comprensión de conceptos claves en esa disciplina.
3. La
enseñanza de destrezas comunicativas debería incorporarse en el currículo de
una variedad de materias de estudio.
Dado que la metacognición toma con frecuencia la forma de un diálogo interior, puede suceder que muchos estudiantes no sean conscientes de su importancia, a menos que el proceso sea explícitamente enfatizado por los profesores. El énfasis en la metacognición debe acompañar a la instrucción en cada una de las disciplinas, porque el tipo de seguimiento que se requiere va a variar.
Dado que la metacognición toma con frecuencia la forma de un diálogo interior, puede suceder que muchos estudiantes no sean conscientes de su importancia, a menos que el proceso sea explícitamente enfatizado por los profesores. El énfasis en la metacognición debe acompañar a la instrucción en cada una de las disciplinas, porque el tipo de seguimiento que se requiere va a variar.
La metacognición se refiere al conocimiento del conocimiento, el pensamiento sobre el pensamiento, y se trata de procesos autorregulatorios del funcionamiento de procesos cognitivos más específicos.
Tienen una importancia capital en el aprendizaje ya que son los sistemas de alerta y de consciencia que han de acompañar a toda labor intelectual. Su ausencia en los alumnos y alumnas provoca grandes pérdidas de tiempo en el estudio con pobres resultados. Su presencia se correlaciona con una alta capacidad intelectual, eficacia y eficiencia en el trabajo.
Se trata de procesos cognitivos inferidos cuando el sujeto “se da cuenta” súbitamente de la solución correcta, o de la falta de comprensión que le somete a releer de nuevo el texto, o de la sensación de falta de planificación de la tarea que le propone a sí mismo la utilización de procedimientos paso a paso, o de la toma de contacto con la realidad cuando pensamientos distractores nos sitúan fuera de la tarea, o cuando el resultado de nuestro trabajo no sacia los objetivos propuestos y nos preparamos de nuevo la tarea empleando otros métodos, o también cuando dichos objetivos sí se ven alcanzados y nos invade una sensación agradable de la misión cumplida.
Los procesos cognitivos que operan sobre el pensamiento, es decir metacognitivos, pueden llegar también a ser automáticos o no conscientes por razón de la experiencia en el campo que desarrollemos. Podremos hablar entonces de componentes ejecutivos (procesos metacognitivos generales y específicos) y no ejecutivos (procesos cognitivos); y ambos en función del tipo de elaboración intelectual que estemos desarrollando en cada tarea (de tipo local o de tipo global).
Todo el control pasa de los componente ejecutivos al sistema cognitivo; y toda la información pasa del sistema cognitivo a los componentes ejecutivos que la analizan.
Por último, los conocimientos previos que poseemos en determinado campo serán utilizados como base de conocimientos locales por los procesos metacognitivos específicos; y los conocimientos generales acerca del mundo y la realidad serán utilizados por los procesos metacognitivos generales para conseguir el último objetivo del aprendizaje, su transferencia a nuevos campos y su poder para modificar los esquemas de realidad que poseemos.
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