Mentir es un comportamiento complejo, no existe un
centro de la mentira sino múltiples áreas cerebrales que interactúan. Cada tipo de mentira requiere su propio conjunto de procesos
neuronales. Giorgio Ganis y Stephen Kosslyn (de la Universidad de Harvard
en Massachusetts), han constatado que las mentiras bien organizadas requieren
la activación de distintas partes del cerebro y altas dosis de concentración. De hecho
comprobaron las diferencias cerebrales que hay entre una
mentira espontánea y una elaborada.
La mentira espontánea parece estimula una parte del lóbulo frontal relacionado con el funcionamiento de la memoria y la mentira elaborada estimula otra parte distinta de la corteza frontal derecha relacionada con la memoria episódica. La memoria episódica se relaciona con las experiencias de la vida centradas en uno mismo y es necesaria para recordar el pasado e imaginar el futuro.
La mentira espontánea parece estimula una parte del lóbulo frontal relacionado con el funcionamiento de la memoria y la mentira elaborada estimula otra parte distinta de la corteza frontal derecha relacionada con la memoria episódica. La memoria episódica se relaciona con las experiencias de la vida centradas en uno mismo y es necesaria para recordar el pasado e imaginar el futuro.
Según este estudio realizado por
Ganis y Kosslyn, ambos tipos de mentira siguen redes neuronales diferentes y, a
la vez, ambas son distintas a cuando se dice la verdad. En la mentira
espontánea, hay una huella más fuerte en el córtex
cingular anterior, área que facilita la supresión de lo que
habría sido una respuesta verdadera. Además presumiblemente es más rica en detalles ya
que se basan en imágenes visuales o sentimientos que
están codificados en varias partes del cerebro.
Cuando las mentiras son elaboradas o ensayadas hay una mayor activación en la zona del córtex frontal anterior derecho, área involucrada en la activación de la memoria episódica como he indicado en el párrafo anterior.
La mentira y la verdad
involucran distintos tipos de trabajo cognitivo.
La mentira es capaz de estimular regiones en la corteza cerebral que se activan durante ciertas actividades de memoria y pensamiento. Mentir implica un procesamiento más profundo que decir la verdad. En el acto de mentir están implicados varios procesos cognitivos con su representación cerebral correspondiente como: la toma de decisiones, la implicación de emociones positivas y negativas y la memoria.
Las personas mentirosas son
menos propensas a preocuparse por asuntos morales.
Las personas cuando toman decisiones morales utilizan la corteza prefrontal. En estudios con mentirosos patológicos, mediante el procedimiento de resonancias magnéticas, se ha comprobado que estos tienen una reducción de su sustancia gris y aumento de la sustancia blanca en comparación a los controles normales. Además, cuando se miente se activan las zonas del córtex frontal que desempeñan un papel en la atención y concentración y las áreas de vigilancia para evitar posibles errores y suprimir la verdad.
En la mentira se da una carga cognitiva que provoca una mayor activación de las mismas zonas.
Las zonas cerebrales que
participan tanto en la verdad como en la mentira son el lóbulo frontal, sistema límbico
y lóbulos temporales (derecho e izquierdo) con la diferencia de que en la mentira son
más la áreas que se activan en estas zonas, destacando el sistema límbico que
es donde residen las emociones positivas y negativas.
La mentira puede ser considerada como un mecanismo de defensa que se desarrolla en el cerebro y que puede entrar en acción cuando nos sentimos amenazados. Es necesario afrontar nuestros errores y no caer en la mentira ya que el coste puede ser muy caro porque al final el mundo irreal al que podemos llegar nos conduce a un gran vacío, desequilibrio psicológico e inseguridad, llegando a una soledad absoluta y una baja autoestima.
Fuente de información del estudio de Giorgio Ganis y Stephen Kosslyn (de la Universidad de Harvard en Massachusetts) en Sally Satel,Scott O. Lilienfeld, Brainwashed: The Seductive Appeal of Mindless Neuroscience. Basic book, N.Y. (p.91)
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